El pasado viernes, el silencio del centro histórico de Popayán fue interrumpido por un hecho que ha sacudido a toda la ciudad. Un grupo de estudiantes atacó a varios ciudadanos —en su mayoría adultos mayores— que intentaban evitar que se pintaran grafitis y mensajes alusivos a Palestina en las paredes del claustro y la plazoleta de Santo Domingo.
El incidente, grabado en videos que circularon rápidamente por redes sociales, desató una ola de rechazo y tristeza entre los payaneses, quienes exigen sanciones ejemplares a los responsables de lo que muchos califican como un acto de intolerancia y barbarie.
La convocatoria que encendió la mecha
Durante la semana anterior, en redes sociales circularon mensajes que invitaban a una nueva jornada de protesta “artística” en defensa del pueblo palestino. Los estudiantes convocaban a “repintar la ciudad blanca con los colores de la resistencia”, como un acto simbólico de rebeldía.
La iniciativa surgió en respuesta a un grupo de ciudadanos que, días atrás, habían limpiado y restaurado los muros afectados por una manifestación similar.
Pese a que el llamado fue público y anticipado, no se adoptaron medidas preventivas por parte de la Alcaldía de Popayán ni de la Policía Metropolitana, lo que dejó al descubierto la falta de control institucional. Hoy, muchos ciudadanos reprochan esa omisión y exigen explicaciones ante la pasividad de las autoridades.
Los guardianes del patrimonio
La tarde del 24 de octubre, varios miembros de la Junta de Mejoras Públicas de Popayán y otros vecinos del sector acudieron a la plazoleta de Santo Domingo. Su único propósito: proteger los muros centenarios del templo y el claustro que forman parte del alma arquitectónica de la ciudad.
Sin embargo, su intento de diálogo fue recibido con gritos, empujones y agresiones. Los estudiantes, en actitud desafiante, les arrojaron pintura al rostro y al cuerpo, mientras insultaban a quienes consideraban “enemigos de la causa”.
Las imágenes, difundidas masivamente, mostraron a los adultos mayores cubiertos de pintura y con el semblante de impotencia ante el deterioro de los espacios que juraron cuidar.
La ciudad que no calla su indignación
Las reacciones no se hicieron esperar.
El Consejo Gremial y Empresarial del Cauca emitió un comunicado en el que expresó su total rechazo a los hechos ocurridos en el claustro de Derecho de la Universidad del Cauca y en la plazoleta de Santo Domingo.
El organismo advirtió que esos actos “afectaron el patrimonio histórico y cultural de la Ciudad Blanca”, y condenó “toda forma de violencia y vandalismo que atente contra la identidad urbana y la convivencia ciudadana”.
Además, instó a la Alcaldía, a la Universidad y a las autoridades judiciales a actuar con firmeza y celeridad, aplicando las sanciones legales correspondientes.
Otro pronunciamiento clave vino de la Junta Permanente Pro Semana Santa, institución encargada de custodiar una de las celebraciones más emblemáticas de Popayán y Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
En su comunicado, la Junta expresó su “profundo rechazo frente a los actos de violencia y vandalismo registrados el 24 de octubre”, y lamentó que, bajo el pretexto de una manifestación universitaria, se haya vulnerado nuevamente el patrimonio histórico y espiritual de la ciudad.
“El daño no solo fue físico —señaló la entidad—, también se atentó contra la memoria y la identidad que nos pertenecen a todos”.
La Junta Permanente recordó que la protesta pacífica es un derecho legítimo, pero que “jamás debe confundirse con la destrucción ni con la violencia”.
El llamado fue a la reflexión y al compromiso colectivo para preservar la memoria de Popayán: “Cada muro, cada templo y cada calle son parte de una historia compartida que debemos proteger”, concluyó la institución, reafirmando su defensa del patrimonio cultural y la convivencia ciudadana.