En el programa “Habla con ella” , conducido por Patricia Pardo, María Alejandra Ruiz abordó las temáticas de su libro “El niño que fui, el adulto que elijo ser”, centrándose en las heridas emocionales, la forma en que estas se manifiestan en la adultez y cómo pueden ser gestionadas a lo largo de la vida.
¿La relación con la madre influye en la forma de vincularse en la adultez?
Ruiz señaló que no todo lo aprendido en la infancia se repite de manera automática. Frente a la pregunta sobre si la relación con la madre determina la forma en que una persona se vincula con sus hijos, afirmó: “No es totalmente cierto”, y explicó que las dinámicas familiares influyen, pero no funcionan como una regla fija. Según dijo, las personas aprenden patrones a partir de la manera en que se vinculan quienes integran su entorno más cercano.
La autora indicó que la identificación de las heridas de infancia, como el rechazo o el abandono, no opera como un diagnóstico definitivo. Aclaró que una persona puede relacionarse con varias heridas al mismo tiempo y que estas no desaparecen por completo: “Siempre van a estar. Solamente que tú aprendes a gestionarlas cuando te las lastiman nuevamente”.
Ruiz expuso un ejemplo para ilustrar cómo se manifiesta una herida específica. Mencionó que una persona con herida de rechazo puede sentirla activarse ante un despido laboral, pero si cuenta con herramientas, podrá reconocer la emoción y actuar sin repetir patrones dañinos. En sus palabras, “me siento rechazada, pero esto es lo que tengo que hacer, no rechazarme a mí misma”.
También profundizó en la relación entre heridas y estilos de vínculo, explicando que la forma en que una persona se conecta emocionalmente —ya sea de manera ansiosa o evitativa— depende en gran parte de lo que ha identificado en sí misma. Puntualizó que quien teme al abandono puede interpretar conductas cotidianas como señales de distanciamiento, lo que configura vínculos inestables. Sobre este punto, afirmó que “siempre vas a escoger el mismo tipo de pareja, personas ausentes que te abandonan y te repiten la herida”.
¿Se deben forzar los recuerdos de experiencias difíciles en la infancia?
Ruiz indicó que muchas personas bloquean recuerdos relacionados con episodios dolorosos de la niñez, y que ese bloqueo funciona como un mecanismo de protección. Por eso, recomendó cautela al enfrentar memorias difíciles: “No hay que forzar esas memorias”, dijo, al explicar que estos procesos deben ocurrir de manera gradual y conforme la persona avanza en su proceso de sanación.
Sobre la inquietud relacionada con evitar transmitir heridas a los hijos, Ruiz sostuvo que ninguna madre o padre está exento de generar impactos emocionales. Subrayó que “no importa qué tanto tú trabajes en ti misma, tú todavía le vas a causar heridas a tus hijos”, pero señaló que la diferencia radica en la conciencia con la que se actúa y en la capacidad de gestionarlo de manera más equilibrada.