Causó indignación la información publicada por la F.m. según la cual la Casa de Nariño gastó más de 15 millones en la compra de 400 cajas de almendras para ofrecer a los invitados de Palacio.
Para matizar los hechos, esta columna reconstruye el consejo de ministros en que se analizó tan importante compra.
Consulte aquí:
Casa de Nariño se gastó más de 15 millones de pesos en almendras
– …Y después hablamos del asunto de los niños de La Guajira… ¿Alguien tiene comentarios?
– Sí, presidente…
– Dígame, ministro Luis Carlos.
– Se acabaron las almendras…
– ¿Pero no acabamos de comprar unas 400 cajas, ministro Cárdenas?
– Sí, señor presidente.
– A ver: ¿cuánto gastamos en almendras este mes?
– Nada, señor presidente: como unos 15 millones…
– ¡15 millones! ¿Pero cómo pudieron costar tanto, Mauricio, por favor!
– Presidente: cuando estaba Angelino nos gastábamos el doble de ese valor en cábanos…
– Sí, pero 15 millones es mucho dinero: ¡es lo que apuesto en una mano de póker!
– Sí, señor presidente, pero en el presupuesto nacional, 15 millones son peanuts…
– Peanuts no, almonds… No hard feelings, pero así se dice…
– Presidente, permítame: como ministro de Agricultura, debo decir que ese sobrecosto quizás se deba a que las almendras fueron compradas en Carulla, y allá están abusando de los precios…
– A ver, a ver, ca- calmémonos todos: 15 millones en almendras está bien, si son las que vienen recubiertas de dulcecito… ¿pero cuánto duraron?
– Un día, señor presidente.
– ¡Un día! ¿Y al menos estaban ricas? ¿Eran Jordan?
– Pues pregúntele al ministro de Defensa, señor presidente, porque los demás ni las probamos…
– Qué pena, señor presidente…
– ¿Se las comió todas usted, Luis Carlos?
– Sí, señor presidente. Perdón.
– Pe-pero ¿se volvió loco?
– Es la ansiedad…
– ¿Y no dizque este año iba a cuidar la figura, como prometió en el Conpes pasado?
– Pues sí, presidente: de hecho estoy tomando el té reductor Reduce Fat fast, pero…
– Señor presidente, permítame la pregunta: ¿compramos más almendras?
– Definitivamente, Mauricio: compremos más, y quiero que compremos también mentas y pistachos.
– ¿De verdad?
– Sí: ya casi firmamos la paz, esto se va a llenar de invitados internacionales, y que no se nos note la escasez, ministro: da pena con el papa, Tony Blair y las demás personalidades que vendrán…
– Y compremos unos M&M, presidente.
– Buena idea, Ginita: también unos M&M, Mauricio, anote…
– Listo, señor presidente.
– Una pregunta: ¿a cuánto nos está saliendo la almendra?
– Como a 4.000 pesos, presidente…
– Regaladas, menos de un dólar: Mauricio, compremos de una vez para el avión de Tutina, para que la azafata tenga qué ofrecer.
– ¿Para Catering?
– Sí, para Katherine o como se llame la azafata… Y compremos también 40 millones de maní con uvas pasas…
– Pero, señor presidente, con todo respeto: 40 millones ya es una pasta…
– Uy, qué rico pastas: ¡me antoje!
– Tómese su té, más bien, Luis Carlos… ¿Qué decía, Mauricio?
– Le decía, presidente, que si no medimos el gasto, tendremos que hacer una reforma tributaria…
– Pues haga lo que tenga que hacer, Mauricio, pero después del plebiscito. Y no me lleve la contraria… A ver: ¿qué otros temas tenemos?
– Señor presidente: el caso Reficar…
– No hablemos de eso: hablemos de temas más importantes… El proceso de paz, por ejemplo: ¿alguien tiene sugerencias de dónde debo poner el medallón del Nobel de Paz?
– Uy, qué rico un medallón, señor presidente, con salsa…
– ¡Silencio, Luis Carlos! … A ver: oigo ideas…
– Puede ponerlo en la mesa de noche, presidente…
– Gracias, Luchito, tú y la noche, pero tiene que ser en un sitio que se vea más.
– ¿Y si lo pone en su Country House, presidente?
– No, Ginita: me tocaría llevar a media humanidad a Anapoima para que lo vean, y me da jartera…
– Presidente: ¿y si lo pone en un museo que se haga sobre su obra? ¡Yo doy la licencia ambiental por si lo quieren construir en un páramo!
– Eso me gusta, Gabriel: genial aporte… hagamos un megamuseo: mi megamuseo. Métanlo en el presupuesto de las 4G.
– Hecho, presidente.
– Bueno: ¿qué otros temas debemos evacuar? ¿Cómo va el plan de austeridad inteligente, por ejemplo?
– Pues, bien, presidente: de hecho hay quienes dicen que es lo más inteligente que tenemos…
– E-esos deben ser los enemigos de la paz: ¿pe- pero sí estamos ahorrando?
– Sí, presidente. Hay que hacer algunos ajustes porque los dos aviones con 250 invitados a Washington nos iban descuadrando…Y los 600 millones en cortinas, y los billones en publicidad, y en páginas web, y en el avión de la primera dama, y en…
– Bueno, bueno, ya: no me dé detalles. Ahorremos, que es lo importante. Y ahora levantemos la sesión…
– Presidente, pero no terminamos de hablar de la crisis alimentaria de La Guajira.
– ¿Cómo así, María Lorena? ¿Allá también se acabaron las almendras?
– Peor, presidente: hay desnutrición en los niños de La Guajira...
– Lo hablamos en el próximo consejo: no tengo tiempo para más chicharrones…
– ¡Uy, rico unos chicharrones!
– Acábese el té, más bien, Luis Carlos. Se levanta el consejo.