Moscú restó importancia al giro en el discurso del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien sugirió esta semana que Ucrania podría recuperar todo su territorio ocupado y calificó a Rusia como un “tigre de papel” atrapado en graves dificultades económicas.
Los comentarios, en los que Trump también afirmó que Moscú ha estado “luchando sin rumbo durante tres años y medio”, contrastaron con el trato de cortesía y cercanía que ofreció a Vladimir Putin durante la cumbre en Alaska celebrada el mes pasado.
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El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, atribuyó la nueva postura de Trump a su reciente encuentro con el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, al margen de la Asamblea General de la ONU en Nueva York. En entrevista con la emisora RBC, Peskov sostuvo: “Por supuesto, el presidente Trump escuchó la versión de Zelenski. Y, al parecer, a estas alturas, esta versión justifica la evaluación que escuchamos”.
Trump tiene un historial de repetir la información que escucha de otros líderes y luego modificar su posición con el paso de los días. Aun así, sus declaraciones fueron recibidas como una de las señales de apoyo más contundentes hacia Kiev en los últimos meses.
El martes, en su plataforma Truth Social, Trump escribió: “Después de conocer y entender completamente la situación militar y económica entre Ucrania y Rusia y, después de ver los problemas económicos que le está causando a Rusia, creo que Ucrania, con el apoyo de la Unión Europea, está en posición de luchar y GANAR toda Ucrania a su forma original”. El mandatario incluso aventuró que, si la población rusa supiera lo que “realmente estaba pasando”, Kiev podría lanzar una contraofensiva para recuperar todo el territorio ocupado e incluso “ir más allá”.
Zelenskyy celebró el respaldo y lo calificó como un “gran cambio” en la posición estadounidense.
Desde Moscú, Peskov replicó que el ejército ruso sí avanza en Ucrania, aunque lentamente, y citó a Putin: “Avanzamos con mucha cautela para minimizar las pérdidas… Estas son acciones muy deliberadas”. También rechazó la idea del “tigre de papel” y sostuvo que Rusia es, en cambio, un oso que mantiene “su resiliencia y su estabilidad macroeconómica”.
La guerra, sin embargo, ha tenido un impacto significativo en la economía rusa. El miércoles, el Ministerio de Finanzas propuso aumentar el IVA al 22%, un movimiento que refleja la presión fiscal sobre el Kremlin.
En paralelo, Trump exigió a los países europeos cesar de inmediato la compra de petróleo y gas rusos, calificando estas adquisiciones de “vergonzosas”. Aunque la Unión Europea ha reducido drásticamente su dependencia desde 2022 —en 2024 solo el 19% del gas y el 3% del petróleo provenían de Rusia, frente al 45% y 27% previos a la invasión— aún persisten excepciones.
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La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, confirmó tras reunirse con Trump que coincidieron en “recortar los ingresos de Rusia procedentes de los combustibles fósiles, y rápidamente”. Según adelantó, para 2027 Europa habrá abandonado por completo los combustibles rusos. La semana pasada, Bruselas anunció un plan para eliminar el gas natural licuado ruso un año antes de lo previsto y ampliar las sanciones a 118 buques de la flota paralela que Moscú utiliza para sortear las restricciones de precios.
Sin embargo, la UE aún mantiene la exención otorgada a Hungría y Eslovaquia, países que se niegan a recortar sus compras de crudo ruso pese a la presión de Trump, aliado político del húngaro Viktor Orbán.