El Vergatario: la insólita apuesta tecnológica de Chávez y Maduro que terminó en el olvido
Conozca cómo nació y murió El Vergatario, una puesta del gobierno de Hugo Chávez que nunca llegó a buen puerto.

En mayo de 2009, en medio de un acto público y con una retórica cargada de simbolismo político, el entonces presidente Hugo Chávez presentó el primer celular ensamblado en Venezuela: El Vergatario.
El dispositivo fue creado por la empresa estatal Vtelca (Venezolana de Telecomunicaciones C.A.), en alianza con compañías chinas como ZTE, quienes suministraban todos los componentes. En la práctica, el celular era un modelo de bajo costo importado desde China, ensamblado en territorio venezolano y vendido a través de la operadora estatal Movilnet por apenas 30 bolívares, un precio bastante bajo en aquel momento.
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¿Qué significaba "Vergatario"?
El nombre elegido generó polémica inmediata. En el occidente del país, la palabra vergatario es sinónimo de algo excelente o de gran calidad. No obstante, en otras regiones y contextos, la expresión puede tener connotaciones vulgares. Aun así, Chávez defendió con vehemencia el nombre del dispositivo, al punto de afirmar que era el regalo perfecto para el Día de la Madre.
Más allá de su nombre, el celular sorprendió por su precio accesible y por tener funciones básicas que en ese momento lo hacían competitivo: radio FM, cámara de fotos, reproductor MP3, agenda, juegos, linterna y hasta conexión para mensajes multimedia. Pero en términos tecnológicos, su impacto fue limitado.

Las cifras que nunca cuadraron
La expectativa del gobierno era ambiciosa, pretendía vender un millón de unidades en su primer año. Sin embargo, al cierre de mayo de 2010, solo se habían colocado en el mercado unas 100.000 unidades, es decir, apenas el 10% de la meta trazada.
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El propio Chávez justificó el fracaso de su iniciativa culpando a fallas logísticas y a la ausencia de un sistema de distribución eficiente: "El Vergatario salió y de inmediato desapareció de los mecanismos de distribución", señaló en su momento en uno de sus pronunciamientos en cadena nacional.
Sin embargo, el problema era estructural, puesto que no se había diseñado una cadena de producción sostenible, ni existía una política tecnológica que acompañara el desarrollo del producto.
En cifras, Vtelca solo logró ensamblar el 24% del objetivo anunciado para 2010, lo que evidenció las limitaciones del modelo.
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Realmente no era un teléfono que se ensamblaba en Venezuela
Pese a que fue vendido como un logro de la tecnología venezolana, El Vergatario realmente no tenía componentes nacionales. Cada pieza del dispositivo, desde el procesador hasta la pantalla, era fabricada en China y adquirida con subsidios del estado venezolano a través de alianzas con marcas como ZTE.
Este mismo esquema se repitió en otros productos tecnológicos que fueron impulsados por el gobierno, como los computadores VIT (Venezolana de Industria Tecnológica) o los teléfonos Caribe, también ensamblados por Vtelca.
Por lo tanto, el Vergatario representó una estrategia política más que una apuesta industrial. Los dispositivos ensamblados en suelo venezolano, con mano de obra local, pero nunca hubo una transferencia tecnológica ni se incorporaron elementos de innovación propia.
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Qué versiones vinieron después
Lejos de abandonar el proyecto, el gobierno venezolano apostó por relanzar el dispositivo en nuevas versiones. Así aparecieron otros modelos como El Vergatario 2 y Vergatario 3, este último anunciado en 2013 por Nicolás Maduro, ya como presidente.
Según el anuncio oficial, 200.000 unidades estarían disponibles para estudiantes, como parte de una política de inclusión tecnológica.
A diferencia del modelo original, los modelos más recientes contaban con el sistema operativo Android, conexión a internet, cámaras más potentes y mayor capacidad de almacenamiento e incluso soporte para apps de redes sociales.
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Cabe rescatar que en el marco de esa iniciativa, también se crearon otros dispositivos de gama media bajo la misma marca, como el Caribe 5 y el Vergatario 2021, que ofrecían una experiencia similar a la de un teléfono inteligente y sus precios oscilaban entre los 30 y 50 dólares, dependiendo del modelo.
El Panita
Mientras la línea Vergatario entraba en declive, surgió una nueva propuesta de la mano de la empresa privada LOGAN. Se trató de El Panita, un celular con un diseño que evocaba al primer Vergatario, pero con capacidades mejoradas.
Este modelo ofrecía las capacidades de un smartphone, como la posibilidad de usar WhatsApp, Facebook, YouTube, Google Maps y hasta crear un punto de acceso móvil.
El Panita conserva botones físicos, radio FM, reproductor MP3/MP4, linterna, Bluetooth y calculadora.
El "Amigo 3"
También apareció el Amigo 3, un teléfono más sencillo que ofrecía funciones esenciales como cámara con flash y un sistema braille en el teclado.
Sin embargo, estos dichos celulares nunca lograron posicionarse con fuerza en el mercado venezolano, pues tenían una limitada disponibilidad, además eran percibidos como equipos de baja calidad ante los productos de marcas extranjeras que ingresaban al país por canales formales e informales.
A más de una década de su aparición, El Vergatario es recordado como una anécdota sobre las tantas ideas del régimen y no como la apuesta de consolidar un logro tecnológico.
Realmente no era un teléfono que se ensamblaba en Venezuela
Pese a que fue vendido como un logro de la tecnología venezolana, El Vergatario realmente no tenía componentes nacionales. Cada pieza del dispositivo, desde el procesador hasta la pantalla, era fabricada en China y adquirida con subsidios del Estado venezolano a través de alianzas con marcas como ZTE.
Este mismo esquema se repitió en otros productos tecnológicos que fueron impulsados por el gobierno, como los computadores VIT (Venezolana de Industria Tecnológica) o los teléfonos Caribe, también ensamblados por Vtelca.
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Por lo tanto, el Vergatario representó una estrategia política más que una apuesta industrial. Los dispositivos ensamblados en suelo venezolano, con mano de obra local, pero nunca hubo una transferencia tecnológica ni se incorporaron elementos de innovación propia.
Qué versiones vinieron después
Lejos de abandonar el proyecto, el gobierno venezolano apostó por relanzar el dispositivo en nuevas versiones. Así aparecieron otros modelos como El Vergatario 2 y Vergatario 3, este último anunciado en 2013 por Nicolás Maduro, ya como presidente.
Según el anuncio oficial, 200.000 unidades estarían disponibles para estudiantes, como parte de una política de inclusión tecnológica.
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A diferencia del modelo original, los modelos más recientes contaban con el sistema operativo Android, conexión a internet, cámaras más potentes y mayor capacidad de almacenamiento e incluso soporte para apps de redes sociales.
Cabe rescatar que en el marco de esa iniciativa, también se crearon otros dispositivos de gama media bajo la misma marca, como el Caribe 5 y el Vergatario 2021, que ofrecían una experiencia similar a la de un teléfono inteligente y sus precios oscilaban entre los 30 y 50 dólares, dependiendo del modelo.
El Panita
Mientras la línea Vergatario entraba en declive, surgió una nueva propuesta de la mano de la empresa privada LOGAN. Se trató de El Panita, un celular con un diseño que evocaba al primer Vergatario, pero con capacidades mejoradas.
Este modelo ofrecía las capacidades de un smartphone, como la posibilidad de usar WhatsApp, Facebook, YouTube, Google Maps y hasta crear un punto de acceso móvil.
El Panita conserva botones físicos, radio FM, reproductor MP3/MP4, linterna, Bluetooth y calculadora.
El "Amigo 3"
También apareció el Amigo 3, un teléfono más sencillo que ofrecía funciones esenciales como cámara con flash y un sistema braille en el teclado.
Sin embargo, estos dichos celulares nunca lograron posicionarse con fuerza en el mercado venezolano, pues tenían una limitada disponibilidad, además eran percibidos como equipos de baja calidad ante los productos de marcas extranjeras que ingresaban al país por canales formales e informales.
A más de una década de su aparición, El Vergatario es recordado como una anécdota sobre las tantas ideas del régimen y no como la apuesta de consolidar un logro tecnológico.