Científicos descubren a unos monos que secuestran crías de otra especie por aburrimiento
Extraño comportamiento en monos capuchinos: secuestran crías de monos aulladores en una isla del Pacífico panameño. ¿Por qué lo hacen?

En una isla remota del Pacífico panameño, algo inusual está ocurriendo entre los monos. No se trata de una adaptación evolutiva ni de una lucha por la supervivencia.
Se trata de un fenómeno nunca antes visto: monos capuchinos jóvenes secuestrando crías de otra especie —los monos aulladores— y cargándolas como si fueran propias.
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Este comportamiento ha desconcertado a la comunidad científica. Y no es para menos: según los expertos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) y el Instituto Max Planck de Comportamiento Animal, estos “secuestros” no responden a ninguna necesidad biológica evidente. La causa más probable, según los investigadores: el aburrimiento.
Una conducta que rompe todos los esquemas
Todo comenzó en 2022 en la isla Jicarón, dentro del Parque Nacional Coiba, una reserva natural protegida del Pacífico panameño. Allí, los científicos llevaban años observando a un grupo de monos capuchinos cariblancos (Cebus capucinus imitator) por su inusual comportamiento de usar piedras como herramientas, una práctica considerada sofisticada entre los primates.
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Pero un nuevo comportamiento llamó la atención del equipo: un joven macho capuchino, apodado “Joker”, fue visto cargando en su espalda a una cría de mono aullador (Alouatta palliata coibensis). En un inicio, los investigadores pensaron que podría tratarse de un intento de adopción, pero la situación rápidamente escaló a algo más complejo.
Meses después, no solo Joker, sino otros jóvenes machos del mismo grupo comenzaron a hacer lo mismo: cargar bebés de monos aulladores en sus espaldas sin que existiera una razón aparente, ni vínculo materno, ni adopción formal, ni competencia por alimento.
¿Por qué lo hacen? ¿Qué motiva estos “secuestros”?
La respuesta, aunque sorprendente, es inquietantemente lógica: no lo hacen por necesidad, lo hacen porque pueden.

Según Meg Crofoot, directora del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal, la isla de Jicarón ofrece una vida extremadamente segura para los capuchinos. No hay depredadores, la competencia por la comida es baja y el clima es estable. En otras palabras: tienen demasiado tiempo libre.
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“La supervivencia parece fácil en Jicarón... parece que esta vida 'lujosa' preparó el escenario para que estos animales sociales fueran innovadores”, explicó Crofoot. Para estos primates altamente inteligentes, el aburrimiento se convirtió en el detonante de nuevas y extrañas conductas, entre ellas el uso de herramientas y, ahora, estos “secuestros” inter-especie.
Los científicos creen que esta puede ser una forma de expresión social o una moda cultural, una especie de tradición nacida dentro de un grupo específico de primates. Lo más llamativo: solo se ha observado en este grupo en particular, y exclusivamente entre los machos jóvenes.
¿Adopción o dominación? El dilema ético entre especies
A diferencia de otros casos documentados de adopción entre animales —como delfines, elefantes o incluso ciertos felinos—, en los que las hembras asumen un rol maternal hacia crías huérfanas o débiles, aquí la figura principal es un joven macho.
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El hecho de que solo los machos capuchinos estén involucrados y que carguen bebés de otra especie sin signos evidentes de cuidado real, hace que el comportamiento no encaje del todo con la adopción tradicional. En vez de eso, parece tratarse de un acto ritual o simbólico, posiblemente con motivaciones jerárquicas, sociales o de exploración conductual.
Hasta ahora, no se ha reportado que estas crías sean dañadas durante los eventos, pero tampoco se sabe qué ocurre con ellas a largo plazo. La ciencia aún está lejos de entender completamente el impacto emocional o físico de este tipo de interacción en los bebés aulladores.
¿Qué revela este comportamiento sobre la inteligencia animal?
Este fenómeno no solo abre un nuevo capítulo en el estudio de los primates, también desafía la forma en que entendemos la inteligencia, la cultura y la motivación en el mundo animal. Que un grupo de monos decida iniciar prácticas completamente nuevas por simple curiosidad o falta de estímulos revela un nivel de sofisticación cognitiva y social que antes se atribuía casi exclusivamente a los humanos.
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“Esto nunca se ha observado en ningún otro lugar... tampoco entre otras especies de monos capuchinos”, afirmó la investigadora Zoë Goldsborough, quien lideró las observaciones de campo. “Puede ser la primera evidencia sólida de cómo la cultura —y no solo la biología— influye en las acciones de una comunidad de primates.”
¿Una señal de alarma o una simple rareza?
Este comportamiento aún está en estudio, pero abre la puerta a varias interrogantes:
- ¿Podría esta tendencia replicarse en otros entornos similares?
- ¿Qué pasa con las crías una vez que son “descartadas”?
- ¿Se trata de un juego, una moda o una forma de dominación inter-especie?
Para los investigadores, la clave está en seguir observando. Las cámaras trampa, los registros de campo y el monitoreo continuo serán fundamentales para determinar si este comportamiento persiste, evoluciona o desaparece con el tiempo.