El periodista y escritor Mario Villalobos, autor del libro sobre el desastre de Armero, afirmó en entrevista con La FM que la tragedia pudo haberse evitado si las alertas internacionales y locales hubieran sido atendidas a tiempo. Durante la conversación, Villalobos expuso documentos, comunicaciones diplomáticas y testimonios recopilados durante dos años de investigación en torno a los hechos previos al 13 de noviembre de 1985.
¿Qué advertencias internacionales se ignoraron antes del desastre de Armero?
Villalobos aseguró que los informes técnicos previos a la erupción del volcán Nevado del Ruiz alertaban sobre un riesgo inminente. “Eso está un hervor”, citó el periodista al mencionar una de las conclusiones de los vulcanólogos internacionales encabezados por John Tomblin, líder de la Undro, entidad de gestión de riesgo vinculada a Naciones Unidas. Según Villalobos, los expertos concluyeron que Colombia no contaba con un monitoreo confiable del volcán, ni con un sistema de alerta o evacuación preparado.
El entrevistado explicó que el 26 de junio de 1985 el embajador colombiano ante la UNESCO envió una carta al entonces canciller Augusto Ramírez Ocampo informando sobre las advertencias y ofreciendo asistencia técnica de Naciones Unidas. “Se formaliza por canales diplomáticos un ofrecimiento puntual de Naciones Unidas para traer expertos, equipos y entrenamiento”, relató Villalobos. Sin embargo, añadió que la carta “se engaveta durante un mes entero” en la Cancillería, mientras se realizaban consultas con diferentes entidades nacionales.
El periodista detalló que el retraso fue de 79 días y que la respuesta oficial de Colombia se produjo el 12 de septiembre de 1985. En esa comunicación, el vicecanciller respondió al embajador: “Dígale a las Naciones Unidas que sí, que nos manden toda la ayuda, pero que la paguen ellos”. Según Villalobos, esta demora impidió que las alertas llegaran a las autoridades locales de manera oportuna.
¿Qué papel tuvieron las autoridades locales y nacionales ante las alertas del volcán?
El periodista relató que las advertencias no alcanzaron a los responsables directos de la zona de riesgo. “No llegó sino al Estado, al ejecutivo central”, dijo al referirse al flujo de información entre la Cancillería y los organismos técnicos. Agregó que el Instituto Geofísico de los Andes, dirigido entonces por el sacerdote Rafael Gobernado, desestimó la gravedad de las alertas al afirmar que “no era necesario eso, que era pura bulla”.
Villalobos también mencionó las tensiones políticas entre el gobernador del Tolima, Eduardo Alzate García, y el alcalde de Armero, Ramón Rodríguez. Según su investigación, las diferencias partidistas influyeron en la falta de atención a las advertencias locales. “Al alcalde le decían el loquito del volcán”, comentó, aludiendo a las reiteradas solicitudes de ayuda que hizo Rodríguez. De acuerdo con Villalobos, el alcalde predijo que, de producirse una erupción, la avalancha descendería por el río Lagunilla, lo que finalmente ocurrió.
El periodista señaló que Rodríguez asistió a múltiples reuniones para alertar sobre el riesgo. “Fue citado a 18 comités departamentales de emergencia y solo asistió a uno”, expresó Villalobos sobre la ausencia del gobernador en esos espacios. El alcalde murió en la tragedia junto con gran parte de la población de Armero.
Sobre el conocimiento del gobierno nacional, Villalobos afirmó que el entonces presidente Belisario Betancur estaba al tanto de la situación. “Estaba enteradísimo de lo que estaba pasando”, dijo. Recordó que el 24 de septiembre de 1985 se realizó un debate parlamentario citado por el congresista Hernando Monedero, al que solo asistieron tres ministros: el de Transportes, el de Defensa y el de Minas, Iván Duque Escobar. Villalobos explicó que, según la investigación, Duque Escobar cumplió con su labor al elaborar el mapa de riesgos a través de Ingeominas y que posteriormente fue absuelto de toda responsabilidad por la Procuraduría y la Comisión de Acusaciones.
La entrevista concluyó con el énfasis de Villalobos en que su libro reúne “dos años de trabajo, cerca de 130 entrevistas y 15 GB de documentos” que sustentan la reconstrucción de los hechos y las decisiones que antecedieron al desastre de Armero.