La distensión abdominal se ha convertido en una de las molestias digestivas más consultadas en los servicios médicos, y aunque muchas personas la relacionan con la ingesta puntual de alimentos, su origen suele involucrar factores más amplios. Así lo explicó Rafael Carmona, especialista en gastroenterología de Clínica Medihelp, quien señaló que este síntoma “es algo muy frecuente actualmente que se asocia a muchos síntomas gastrointestinales”, impulsado por hábitos irregulares, sedentarismo, estrés y alteraciones del sueño. Según indicó, el entorno alimentario y emocional del siglo XXI ha incrementado la aparición de este malestar en diversos grupos de edad, con especial presencia en adultos jóvenes.
El especialista afirmó que la distensión abdominal puede presentarse tanto en hombres como en mujeres, aunque es más frecuente en mujeres cuando está relacionada con el síndrome de intestino irritable (SII). También señaló que este cuadro es más común en países occidentales por los tipos de dieta predominantes.
En la entrevista concedida para La FM, Carmona explicó que alimentos como lácteos, gluten, carbohidratos y grasas pueden desencadenar la sensación de “hinchazón”, pero aclaró que esta molestia no implica necesariamente una inflamación real del tejido. Según dijo, “a veces no es solo el alimento, sino un estado emocional asociado al alimento”, lo que evidencia la interacción entre la experiencia emocional y los procesos digestivos.
Algunos estudios médicos han señalado que intolerancias, estrés crónico e insomnio están impulsando el aumento de trastornos digestivos funcionales. Estas condiciones, aunque generan síntomas persistentes como distensión o dolor, no siempre se traducen en inflamación estructural.
Este contexto coincide con lo mencionado por Carmona: la mayoría de los pacientes con distensión presentan un intestino estructuralmente normal, pero con una sensibilidad aumentada que amplifica las molestias.
¿Cómo influye el eje intestino-cerebro en los síntomas digestivos?

Carmona detalló que la relación entre emociones y aparato digestivo está mediada por un eje conocido como intestino-cerebro, en el que intervienen neurotransmisores encargados de regular funciones como la motilidad y la sensibilidad del colon. Explicó que los intestinos son considerados un “segundo cerebro” debido a la respuesta que generan ante emociones como susto, pena o ansiedad, las cuales pueden manifestarse en diarrea, estreñimiento, dolor abdominal o distensión. Esta interacción demuestra que muchas alteraciones digestivas no dependen únicamente de la dieta, sino también de los estados emocionales del paciente.
El especialista añadió que los trastornos del sueño también desempeñan un papel relevante. Señaló que “así como el cerebro necesita reposar o descansar, el intestino también necesita reposar”, y que una alteración en los ciclos de sueño modifica la liberación de neurotransmisores, afectando los movimientos intestinales y la producción de ácido gástrico. Esto puede generar digestiones menos eficaces y un incremento en síntomas como distensión o cambios en el hábito intestinal.

Carmona también abordó señales de alarma que deberían motivar una consulta médica prioritaria. Indicó que se debe acudir a un profesional si el paciente supera los 45 años, presenta pérdida de peso mayor a diez kilos en seis meses sin causa aparente, deposiciones con sangre, antecedentes familiares de cáncer gastrointestinal o anemia acompañada de síntomas digestivos.
¿Qué hábitos cotidianos, como usar el celular en el baño, empeoran el estreñimiento?
Estas señales permiten distinguir entre un trastorno funcional y una condición que podría implicar una inflamación intestinal, en la que sí existe un compromiso del tejido.
El especialista mencionó además el estreñimiento asociado a prácticas cotidianas como el uso prolongado del celular en el baño. Explicó que permanecer mucho tiempo sentado incrementa la presión en las venas hemorroidales.
Añadió que la posición adecuada para evacuar es aquella que facilita el ángulo del recto y que lo recomendable es entrar al baño solo cuando se tenga necesidad, sin convertirlo en un momento de lectura o entretenimiento. Asimismo, indicó que una dieta rica en fibra, acompañada de adecuada hidratación, contribuye a una deposición saludable.
Distensión abdominal y casos de inflamación intestinal

Carmona explicó que el síndrome de intestino irritable es un trastorno funcional en el que el intestino es estructuralmente sano, aunque puede generar síntomas como diarrea, distensión y dolor abdominal.
En contraste, la inflamación intestinal, que puede producir moco, sangre, pérdida de peso o anemia, corresponde a un proceso en el que el tejido sí presenta cambios visibles. Estas diferencias muestran la importancia de identificar si existe un compromiso del tejido o una alteración funcional sin inflamación.
El especialista también se refirió al aumento de cáncer de colon en personas jóvenes y mencionó factores como dietas occidentales, consumo de carne, embutidos, sedentarismo y bajo consumo de frutas y verduras. Este panorama coincide con informes recientes que han evidenciado un incremento de esta enfermedad en menores de 50 años y han relacionado su aparición con hábitos alimentarios y condiciones vinculadas al estrés.
Carmona señaló que las intervenciones más efectivas para reducir la distensión abdominal incluyen ajustar la dieta según tolerancia individual, moderar carbohidratos que generan gas, evitar lácteos si hay intolerancia y no consumir alimentos rápidos.
También recomendó aumentar el consumo de frutas, verduras, cereales y pescados blancos, así como mantener una adecuada hidratación. En cuanto al kéfir, indicó que “evidencia científica como tal de peso no tenemos”, aunque su consumo puede considerarse si existe buena tolerancia. Concluyó que las medidas preventivas y la atención oportuna ante síntomas persistentes son esenciales para reducir complicaciones a largo plazo.