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Mauricio y la bellaquería: la arremetida de Serpa contra Mauricio Vargas

El congresista liberal publicó un texto en respuesta a la columna del periodista. 

Actualizado:
Lunes, Mayo 9, 2016 - 18:34

Horacio Serpa, congresista liberal, publicó un escrito en la Ola Política en la cual carga duro contra el periodista Mauricio Vargas, quien lo cuestionó a través de una columna publicada en El Tiempo. 


 


"Llegó en su columna de El Tiempo, para agredir, echar cizaña, tergiversar, recordar con equívocos y mentir. Sobre todo mentir. Mentir para confundir, hacer daño, calumniar. Me refiero a Mauricio Vargas, un pájaro de cuenta que toda la vida ha abusado de los medios de comunicación para apoyar sus intereses políticos y económicos", dice Serpa.


 


"No sea ridículo, Vargas. Cierto, me derrotaron, soy viejo, no me hago cirugía plástica y tengo arrugas, soy calvo y barrigón, como pasa con los años. Usted será así y peor, si llega a viejo. Falta ver si perdí liderazgo, estoy inseguro, desesperado, agotado y pasado de moda. Todavía quedan muchos vientos por donde poder volar", agregó.


 


Previamente, Vargas aseguró en la columna en mención que "Serpa no es el fogoso líder de otros tiempos. El año pasado perdió el sello por excelencia de su personalidad –los bigotes–, cuyo afeite apostó al jugarse entero a que Rafael Pardo ganaría la elección a la alcaldía de Bogotá. Pardo fue derrotado y Serpa dejó de ser el hombre de los mostachos. Como un Sansón decaído por la motilada que le pegó Dalila, todo en él ha ido a peor".


 


 


Este es el escrito completo de Horacio Serpa (publicada en Ola Política)


 


 



Real Academia Española: “Bellaquería: Calidad de bellaco. Bellaco: Malo, pícaro, ruin”.


 


Faltaba uno. Llegó en su columna de El Tiempo, para agredir, echar cizaña, tergiversar, recordar con equívocos y mentir. Sobre todo mentir. Mentir para confundir, hacer daño, calumniar. Me refiero a Mauricio Vargas, un pájaro de cuenta que toda la vida ha abusado de los medios de comunicación para apoyar sus intereses políticos y económicos.


 


Estaba extrañado porque no aparecía. A propósito de una visita al señor Presidente de la República, fui atropellado por comentarios periodísticos que dieron una vuelta de campana a la conversación que tuve con el alto funcionario y de manera infame, para favorecer a uno y afectar a otro, dijeron un sartal de mentiras.


 


Llegó el que faltaba de la troica. Siempre aparece cuando piensa que con sus comentarios puede hacerme daño en lo político o en lo personal. No se contenta con lo que me ha hecho. Debe ensañarse hasta la saciedad porque nunca me quejo, nunca reclamo, nunca acudo a las autoridades para resolver judicialmente lo que son  intereses políticos.


 


Dijo que ya no soy “el fogoso líder de otros tiempos”, que desde que me afeitaron los mostachos todo en mi “ha ido a peor”, que he “perdido tres elecciones”, que en el rostro se me nota “el cansancio de los años”, que luzco “agotado y pasado de moda”, que me he “llenado de inseguridades” y temo que los jóvenes me jubilen en el próximo Congreso del Partido. Que amenacé con irme “a la oposición si Juan Manuel Santos” no me daba lo que le exigía y que soy “un puestero, un pedigüeño de mermelada”, tal vez de la misma que el consume a dos carriles en las entidades oficiales.


 


No sea ridículo, Vargas. Cierto, me derrotaron, soy viejo, no me hago cirugía plástica y tengo arrugas, soy calvo y barrigón, como pasa con los años. Usted será así y peor, si llega a viejo. Falta ver si perdí liderazgo, estoy inseguro, desesperado, agotado y pasado de moda. Todavía quedan muchos vientos por donde poder volar.


 


Faltaba el puntillazo. Recordar que un narcotraficante asesino me acusó de tener vinculación con la muerte del doctor Gómez Hurtado, “más por pasiva que por activa, es justo aclararlo”, lo que es mentiroso y bellaco. Achaca el comentario a mis malquerientes, cuando es usted mismo, periodista de medio pelo, sin carácter.   Dijo que busco  la designación de un Fiscal amigo para que me proteja, relacionando con perfidia al destacado jurista Yesid Reyes, quien si me representó judicialmente.


 


Falso que la Fiscalía tramite ese proceso. Está en la Honorable Corte Suprema de Justicia.


 


Falso que hubiera sugerido algún nombre para la terna de Fiscalía al señor Presidente. Testigos el propio doctor Santos,  expresidente Gaviria, Representante Fabio Amín, exministra Lorena Gutiérrez y Secretario Privado del Presidente.


 


Falso que hubiera amenazado al señor Presidente con que el liberalismo haría oposición si no me atendía. Testigos los mismos.


 


Torticero el comentario de que el abogado Ignacio Londoño, a quien conocía por sus padres y fui amigo en la campaña de Samper,  sin tener “estrecha relación”, como lo he explicado mil veces,  asesinado, guardaba “los secretos” del asesinato del doctor Gómez, cuando sobre las acusaciones de alias “rasguño” conmigo  habló ampliamente en la Fiscalía y en medios de comunicación, incluido El Tiempo.


 


Usted, Mauricio Vargas, es un calumniador, un mentiroso, un mermelado, un exfuncionario de pésimos recuerdos, una mala persona, un bribón y un bellaco.



 


 


Esta es la columna de Mauricio Vargas (publicada en El Tiempo)


 


 



Serpa y el armadillo


 


Serpa quiere un amigo como Fiscal: ¿será por el caso del asesinato de Álvaro Gómez?


 


Hace 20 años, cuando el presidente Ernesto Samper se tambaleaba por el escándalo de narcofinanciación de su campaña, su escudero Horacio Serpa, a la sazón ministro del Interior, se burló de la postura crítica del vicepresidente Humberto de la Calle con el Gobierno. Para la mofa, echó mano de la cultura popular. “Esto dijo el armadillo –indicó Serpa sobre De la Calle–, trepado en un palo de coco, ni me subo ni me bajo ni me quedó aquí tampoco”. Y agregó en aquel septiembre del 96: “Uno está con el Gobierno o contra él”.


 


El gracejo le hizo daño a De la Calle. Pero como todo el mundo es esclavo de sus palabras, como lo recuerda Ricardo Silva, el símil del armadillo puede hoy aplicársele a Serpa por sus actuaciones como jefe del liberalismo. “Estamos en una actividad de colaboración con el Gobierno, pero nos reservamos el derecho de estar en contra”, le dijo hace poco a EL TIEMPO para tratar de explicar la postura liberal de participación en el gabinete de Santos “con independencia crítica”. En resumen: Serpa anunció que el liberalismo se va de la Unidad Nacional, pero sigue en el Gobierno de la Unidad Nacional, y de ese modo se convirtió en el perfecto armadillo del palo de coco.


 


Serpa no es el fogoso líder de otros tiempos. El año pasado perdió el sello por excelencia de su personalidad –los bigotes–, cuyo afeite apostó al jugarse entero a que Rafael Pardo ganaría la elección a la alcaldía de Bogotá. Pardo fue derrotado y Serpa dejó de ser el hombre de los mostachos. Como un Sansón decaído por la motilada que le pegó Dalila, todo en él ha ido a peor.


 


Poco queda de aquel Pancho Villa dicharachero, mordaz y seguro de sí mismo que fue a mediados de los 90. Desde entonces, ha perdido tres elecciones presidenciales y el cansancio de los años se le nota en el rostro. Luce agotado y pasado de moda el mismo Serpa que alguna vez descalificó al empresario Hernán Echavarría Olózaga, crítico del gobierno de Samper, al tildarlo de “viejito gagá”.


 


Se ha llenado de inseguridades. Teme que las nuevas generaciones lo quieran jubilar en el próximo congreso del partido. Presa del desespero, ha querido dar muestras de defender a capa y espada las cuotas liberales en el Gobierno para así granjearse las simpatías de los congresistas rojos. Pero en esa suerte ha salido mal parado: ante los ojos de la opinión no es hoy más que un puestero, un pedigüeño de mermelada que amenaza con irse a la oposición si Juan Manuel Santos no le da lo que él exige.


 


La respuesta del Presidente ha sido la correcta: lo puso en su sitio y por eso, hace algunos días, el jefe liberal salió de una cita en el despacho presidencial con la cara descompuesta. Y es que a más de reclamar cuotas en el gabinete, Serpa fue a exigir para el liberalismo el cargo de Fiscal General.


 


Claro que ese interés, al decir de algunos de sus malquerientes, va más allá del apetito burocrático. Según ellos, Serpa quiere un amigo como fiscal general –como lo tuvo en Eduardo Montealegre en estos años– para que evite el avance del proceso por el asesinato de Álvaro Gómez en el que algunos testigos del mundo del narcotráfico le han atribuido una participación, más por pasiva que por activa, es justo aclararlo.


 


Llamado a declarar por un fiscal que no le cuide las espaldas, Serpa se vería obligado a explicar su estrecha relación con Ignacio Londoño, el hombre que para muchos guardaba los secretos de ese crimen, secretos que se llevó a la tumba porque fue misteriosamente asesinado en julio del año pasado, en Cartago. ¿Explica eso el interés de Serpa en impulsar al exministro de Justicia Yesid Reyes para la Fiscalía? Es bueno recordar que Reyes fue el abogado de Serpa justamente en ese proceso. ¿O será todo esto un exceso de suspicacia para con el armadillo del siglo XXI?


 


MAURICIO VARGAS


mvargaslina@hotmail.com


Fuente:
Sistema Integrado Digital