El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó este jueves 20 de noviembre una orden ejecutiva que revierte parcialmente las sanciones arancelarias del 40% impuestas a ciertos de productos agrícolas brasileños desde noviembre, una decisión que podría alterar el rumbo de la ya tensa relación comercial entre ambos países durante 2025. Entre los productos enumerados en el anexo figuran el café y la carne de vacuno.
Según informó la Casa Blanca, la medida obligará además al reembolso de los impuestos aplicados a las importaciones provenientes de Brasil después del 13 de noviembre.
“Se exigirá el reembolso de los impuestos cobrados tras esa fecha”, señaló el comunicado oficial, que también confirmó que la nueva orden ejecutiva revoca el decreto del 30 de julio, en el que Trump había declarado una “emergencia nacional” frente a lo que describió como políticas “inusuales” y “extraordinarias” del gobierno brasileño. A juicio del mandatario republicano, dichas acciones afectaban no solo a empresas estadounidenses, sino también a los derechos de libertad de expresión, a la política exterior y a la economía general de Estados Unidos, justificando la imposición de recargos arancelarios.
La decisión representa un giro abrupto en la estrategia de presión económica de Washington hacia Brasilia, y llega en un momento en el que la relación bilateral atraviesa uno de sus puntos más delicados de la década. Durante 2025, la tensión comercial entre Estados Unidos y Brasil aumentó progresivamente, marcada por acusaciones cruzadas de prácticas proteccionistas, restricciones a plataformas tecnológicas, disputas regulatorias en el sector agrícola y desacuerdos sobre el papel de ambos países en el mercado global de commodities, además de protesta de Trump por el juicio contra el expresidente Jair Bolsonaro.
A partir de julio, la Casa Blanca había endurecido su postura frente al gobierno brasileño, alegando que ciertas decisiones del Ejecutivo de Brasil afectaban de manera directa a compañías estadounidenses de tecnología, comunicación y agroindustria. Washington también expresó preocupación por medidas regulatorias que, según funcionarios estadounidenses, buscaban favorecer a competidores locales en detrimento de firmas norteamericanas.
Por su parte, Brasil respondió acusando a Estados Unidos de utilizar instrumentos arancelarios como forma de coerción política, especialmente sobre productos agrícolas en los que Brasil es líder exportador mundial, como la carne bovina, la soja procesada y el etanol. La imposición del arancel del 40% en julio había sido considerada en Brasilia como un “ataque directo” a sectores estratégicos de su economía.