Las lluvias del monzón en Pakistán se han cobrado la vida de 695 personas desde el inicio de la temporada, según el último informe de la Autoridad Nacional de Gestión de Desastres (NDMA). Además, se registran 935 heridos desde el 26 de junio, y las labores de rescate continúan para encontrar a más de un centenar de desaparecidos tras las devastadoras inundaciones del fin de semana en el noroeste del país. La provincia de Khyber Pakhtunkhwa (KP) ha sido la más afectada, con 417 muertes confirmadas solo allí, y en las últimas horas se reportaron 20 víctimas más en varios distritos, incluyendo Swabi, donde un aguacero destruyó viviendas enteras.
La provincia de Buner fue azotada con especial ferocidad: la mañana del viernes cayó más de 150 mm de lluvia en una hora, resultando en más de 200 muertos. En total, KP ha contabilizado 358 víctimas mortales desde el viernes, sumándose los estragos en Swabi por una nube torrencial (cloudburst), que provocó más muertes y grandes daños.
A nivel nacional, los fallecidos se elevan a 695, y se teme que la cifra siga aumentando ya que se anticipan nuevas lluvias entre el 23 de agosto y principios de septiembre. Más aún, más de 25,000 personas han sido evacuadas, se ha restablecido el 70 % de la electricidad en zonas afectadas y se han reabierto vías clave, aunque el acceso sigue siendo difícil.
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Factores desencadenantes y contexto climático
El desastre ha sido potenciado por la intensificación del fenómeno conocido como cloudburst, lluvias extremadamente súbitas e intensas —de más de 100 mm por hora en áreas reducidas— que generan inundaciones repentinas devastadoras. Esta temporada se ha visto un número inusualmente alto de estos eventos tanto en Pakistán como en India, una tendencia atribuida al calentamiento global que aumenta la capacidad del aire para retener humedad.
Durante este ciclo de lluvias, el país atraviesa su séptimo episodio monzónico, y las predicciones señalan que habrá entre 9 y 10 episodios más hasta septiembre. Si a esto se suma el deshielo glacial (flujos horizontales) y las lluvias torrenciales (flujos verticales), se genera una confluencia peligrosa que intensifica los desastres hídricos —un patrón similar al ocurrido en 2022, cuando las inundaciones mataron a más de 1,700 personas y causaron daños valorados en miles de millones de dólares.
El primer ministro Shehbaz Sharif ha garantizado apoyo a las zonas afectadas; su gabinete donará el salario de un mes para paliar la crisis. El ejército ha desplegado médicos, ingenieros y helicópteros para el reparto de alimentos, asistencia médica y logística. Se han enviado tiendas, generadores, bombas, medicinas y raciones de emergencia.
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Sin embargo, la respuesta ha sido criticada en algunas zonas, como en Swat, donde habitantes reprochan la falta de alertas oportunas, aunque las autoridades alegan que los cloudbursts ocurren con demasiada rapidez para ser anticipados.
A nivel internacional, organizaciones como la ONU y el Programa Mundial de Alimentos (WFP) han lanzado planes de contingencia y asistencia, mientras se impulsan sistemas de alerta temprana y capacitación comunitaria