Los ultracatólicos y su desacuerdo con la visita del papa Francisco
Tienen sus argumentos para considerar "non grata" la visita del Sumo Pontífice.
Van a misa, sus casas están inundadas de figuras religiosas y honran a Dios como su padre, pero los católicos ultraconservadores de Colombia consideran "non grata" la visita de Francisco. Es el papa "ilegítimo", dicen en coro. Aunque reconocen que son una minoría, ejercen influencia política y difunden su mensaje a través de la televisión por cable.
Sus opiniones levantan polvareda en un país de 48 millones de habitantes y de mayoría católica, que el pontífice visitará desde el miércoles y por cuatro días para apoyar la paz y la reconciliación. "Como dicen los diplomáticos, es non grata la visita. ¿Por qué es non grata? Porque un falso papa, un falso profeta de Dios, en vez de traer bendiciones para el país, es de esperarse que traiga maldiciones y traiga males", dice a la AFP el catedrático y exaspirante presidencial José Galat.
Este hombre calvo y de lentes gruesos cree que el pontífice argentino va en contravía del evangelio y de la autoridad de Cristo y es la cabeza visible de este sector que tiene su vocería en el canal privado internacional Teleamiga. De 89 años de edad, Galat presenta un programa semanal de hora y media que tiene una audiencia de 400.000 televidentes, desde el cual cuestiona las declaraciones de Francisco.
Los "ultra" se abstienen de llamarlo Santo Padre, Sumo Pontífice o papa. Para ellos es Bergoglio a secas y además es el falso profeta que según la Biblia otorga poderes a Satanás en el final de los tiempos. Aseguran que su elección como alto jerarca fue el resultado de una confabulación mafiosa y reformista. Y lo señalan de populista, masón, marxista o illuminati. Teorías desestimadas tajantemente por el Vaticano.
Por los comentarios y opiniones de Galat, la Conferencia Episcopal de Colombia publicó un comunicado a finales de julio en el que lo señalaba de "herir gravemente la comunión de la Iglesia" e incurrir e inducir a otros en un cisma.
Sin concesiones
Hace 24 años nació en Bogotá la Corporación Belén Casa Fraterna. Su sede está en un sector residencial del noroccidente de la ciudad, donde decenas de creyentes de todas las edades se reúnen entre lunes y sábado.
Es una casa tradicional de dos pisos, con fachada blanca, en cuyas paredes hay retratos o fotografías de Juan Pablo II, de Pablo VI y de la Virgen María. También hay una biblioteca con títulos como "El reino del anticristo" o "Profecía asombrosa. El hoy y lo que viene". Benedicto XVI - quien pasó al retiro en 2013 - es para ellos el único papa legítimo. De Jorge Mario Bergoglio dicen lo que se les viene a la cabeza y usan sus imágenes para denunciar los mensajes subliminales en su atuendo o supuestos símbolos masones o illuminati en los accesorios.
Con un silencio reverencial, escuchan a Rafael Arango, presidente de la corporación, quien, de espaldas a un crucifijo, se sienta en el medio de una mesa rectangular para transmitir su mensaje. Francisco tiene "una popularidad impresionante porque es lo que la gente quiere oír: que el pecado no es pecado, que puede comulgar todo el mundo", explica Arango.
En un principio este abogado y politólogo de 78 años de edad y pasado ateo siguió los mensajes de Francisco, pero se desencantó porque considera que es el resultado de una corriente reformista dentro de la Iglesia que se aleja del dogma cristiano. "Un papa no puede exceder la palabra de Dios, ni modificarla ni reformarla. Lo único que es inamovible y eterno es la Biblia", asegura.
Populista de fe
Para los ultraconservadores los actos y declaraciones de Francisco alteran la fe. No le perdonan que contradiga lo escrito en la Biblia, como apuntar a que todo el mundo puede salvarse, negar la existencia del infierno, mostrarse partidario de darle más espacio a la mujer en la Iglesia y de acercarse a los gais y divorciados. "Es un populista de la fe, quiere darle contentillo a todo el mundo", indica Galat.
Por lo pronto, este grupo de creyentes no prevé sabotear la visita del papa, y solo pretenden ignorarlo. Francisco "piensa que es más importante calmar el hambre física que llevar a otros la palabra de Dios", afirma Guillermo Rodríguez, de 36 años de edad, ocasional visitante de la comunidad ortodoxa y quien adelanta que no asistirá a ninguno de los eventos de Francisco en el país.
El líder de la corporación piensa lo mismo. "Dios me ampare de asistir a uno de sus eventos. Yo no puedo ir contra mi propia consciencia ni contra la Biblia, estoy exponiendo mi alma".