Dormir bien no es un lujo, es una necesidad biológica. Sin embargo, en un mundo donde las jornadas laborales extensas, el estrés y el uso excesivo del celular roban horas de descanso, cada vez más personas se preguntan cuántas horas realmente hay que dormir para mantener una buena salud.
El sueño no solo permite al cuerpo recuperarse del desgaste diario, también influye directamente en la concentración, el estado de ánimo y el sistema inmunológico. De hecho, descansar mal puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, ansiedad, depresión y problemas metabólicos. Por eso, los expertos insisten en que no se trata solo de dormir mucho, sino de dormir lo suficiente y con calidad.
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Las horas recomendadas según la edad
Según la National Sleep Foundation y la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cantidad de horas de sueño necesarias varía según la etapa de la vida. Los bebés, por ejemplo, requieren entre 14 y 17 horas de descanso diario, mientras que los adolescentes deberían dormir entre 8 y 10 horas. En los adultos, el promedio ideal se encuentra entre 7 y 9 horas por noche, aunque algunos pueden sentirse bien con 6 o necesitar hasta 10.
En el caso de los adultos mayores, las necesidades cambian: entre 7 y 8 horas suelen ser suficientes, aunque muchos experimentan despertares nocturnos o insomnio leve. La clave, según los especialistas, está en escuchar al cuerpo y mantener rutinas constantes de descanso, incluso los fines de semana.

Dormir bien es tan importante como alimentarse bien
El sueño es tan vital como la buena alimentación o la actividad física. Durante las horas de descanso profundo, el cerebro elimina toxinas acumuladas, consolida la memoria y regula hormonas relacionadas con el apetito, el estrés y el estado de ánimo.
Un estudio de la Universidad de Harvard reveló que dormir menos de seis horas diarias aumenta en un 20 % el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas y en un 30 % la probabilidad de desarrollar depresión o ansiedad. Además, quienes duermen poco tienden a consumir más alimentos ultraprocesados, lo que agrava los problemas de salud.
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Estrategias para mejorar la calidad del sueño
Más allá de las horas dormidas, los expertos recomiendan crear una rutina nocturna saludable. Apagar las pantallas al menos una hora antes de acostarse, evitar las cenas pesadas y reducir el consumo de cafeína o alcohol son hábitos que pueden marcar la diferencia. También se sugiere mantener una temperatura agradable en la habitación y practicar técnicas de relajación, como la meditación o la respiración profunda.
Dormir bien no depende solo del tiempo que se pasa en la cama, sino de la calidad del descanso. En palabras de los expertos, “un sueño reparador es el primer paso para un cuerpo sano y una mente clara”. Priorizar el descanso es, sin duda, una inversión en bienestar y salud a largo plazo.