El supervolcán que podría entrar en erupción y provocar devastaciones a escala mundial
Investigadores alertan sobre un supervolcán que podría provocar un invierno volcánico en todo el planeta.

Hace cientos de miles de años, una erupción volcánica transformó de manera radical la superficie terrestre en lo que hoy es el oeste de Estados Unidos. El evento dio origen a una caldera que se extiende por decenas de kilómetros y que, a pesar del paso del tiempo, continúa siendo objeto de vigilancia científica por su potencial destructivo.
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Los registros geológicos indican que aquella erupción expulsó enormes volúmenes de magma y ceniza, lo que generó alteraciones en la atmósfera y en los ecosistemas de la época. La magnitud de ese fenómeno ha sido estudiada para entender qué podría ocurrir en caso de repetirse.
Actualmente, agencias internacionales lo reconocen como uno de los sistemas volcánicos más grandes y activos del planeta. La Nasa, a través de su Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL), advierte que un evento de este tipo podría desencadenar un colapso ambiental y poner en riesgo la continuidad de la humanidad.

Yellowstone y su potencial eruptivo
El volcán se ubica en el Parque Nacional de Yellowstone, y su última gran erupción se produjo hace aproximadamente 640 000 años. Esa explosión dio forma a una caldera de 45 kilómetros de ancho y 75 de largo, considerada una de las estructuras volcánicas más grandes del mundo.
La reserva de magma que alimenta el sistema se encuentra a profundidades de entre 5 y 16 kilómetros y se calcula en unos 15 000 kilómetros cúbicos. Aunque este tipo de erupciones son poco frecuentes —solo se han registrado tres en los últimos 2,1 millones de años—, el riesgo de que ocurra nuevamente no puede descartarse.
La actividad tectónica en la zona mantiene temperaturas de alrededor de 310 °C a un kilómetro de profundidad, lo que confirma que el sistema se encuentra activo. Estas condiciones refuerzan la necesidad de un monitoreo permanente.
Observatorio del Volcán de Yellowstone
Con el fin de vigilar este sistema, en 2001 se creó el Observatorio del Volcán de Yellowstone (YVO), un consorcio de nueve agencias estatales y federales. Su trabajo se centra en el seguimiento de la actividad sísmica, volcánica e hidrotermal de la región, además de la difusión de información para la comunidad científica y el público general.
Los especialistas del YVO cuentan con experiencia en vulcanología y monitoreo de procesos geológicos activos. En caso de una crisis, este organismo actuaría de manera coordinada con gestores de emergencias para evaluar riesgos y proponer estrategias de respuesta.
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Consecuencias de una erupción
Una erupción de gran magnitud en Yellowstone tendría repercusiones globales. La ONU estima que podría producirse un invierno volcánico, lo que afectaría gravemente la producción de alimentos y provocaría una hambruna mundial. Las reservas solo alcanzarían para abastecer a la población durante unos dos meses y medio.
La extensión de la caldera, de unos 85 kilómetros de largo y 45 de ancho, refleja la magnitud del sistema y su capacidad para liberar energía. La Nasa considera esta posibilidad como una de las principales amenazas naturales para la supervivencia humana.
Medidas de mitigación de la Nasa
Para reducir el riesgo, la Nasa estudia alternativas como la extracción de energía geotérmica o la inyección de grandes volúmenes de agua en el sistema para enfriar progresivamente la cámara magmática. Estas medidas buscan disminuir la presión interna del volcán y evitar que se desencadene un evento eruptivo.
Aunque se trata de proyectos en fase de análisis, la comunidad científica insiste en la importancia de continuar desarrollando soluciones que permitan gestionar una amenaza de esta magnitud.
Actividad sísmica reciente
El monitoreo de los últimos años ha detectado movimientos sísmicos frecuentes en la región. En 2019, el USGS reportó 77 terremotos asociados a la actividad del supervolcán. Estos registros no implican necesariamente un riesgo inmediato, pero son un recordatorio de que el sistema permanece activo y requiere observación continua.
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La combinación de estudios geológicos, vigilancia tecnológica y cooperación internacional resulta clave para anticipar cualquier señal que indique un aumento en la actividad volcánica.