Breadcrumb node

Las canciones más recordadas de Nelson Pinedo

El artista barranquillero falleció en Venezuela a los 88 años de edad. 

Actualizado:
Jueves, Octubre 27, 2016 - 06:48

Quien será



 


Bésame morenita


 



 


Momposina


 



 


Me Voy pa' La Habana


 



 



Nelson Pinedo, uno de los artistas más representativos del país, falleció. Ricardo Campanella, el médico que lo atendía en la Clínica La Isabélica, en Valencia (Venezuela) confirmó en la Emisora del Atlántico el deceso del cantante barranquillero. 


 


"Mírame, mírame, quiéreme, quiéreme, bésame morenita", fue una de las canciones que inmortalizó al artista. El cantante de la Sonora Matancera puso a bailar a los colombianos a través de decenas de temas musicales.  


 


Este perfil de Nelson Pinedo fue hecho por Héctor Ramírez Bedoya, presidente de la Corporación Club Sonora Matancera de Antioquia.


 


El  Almirante del  Ritmo


 


Por Héctor Ramírez Bedoya.


Presidente de la Corporación Club Sonora Matancera de Antioquia.


 


El hogar de los Pinedo Fedullo, se llenó de luz en aquel 10 de febrero de 1928. Doña Rosa tenía todas las ilusionas cifradas en su segundo parto. Y con precisión matemática como había vaticinado el médico, en dicha fecha aquel hogar se iluminó de alegría con el nacimiento de un varoncito. Días después, fue bautizado con el ostentoso nombre de Napoleón. Y hubo festejos en el barrio Rebolo, cuna de futbolistas, billaristas y cantantes. A don Julio, su padre, lo cobija el infortunio y tempranamente fallece cuando Napoleón cumplía los 17 años. Con su hermano Marco Tulio, cuatro años mayor, queda bajo la égida de doña Rosa. Para contribuir en las finanzas familiares, Nelson abandona sus estudios de bachillerato y se emplea en varios oficios con audacia y responsabilidad. En la búsqueda de una profesión estable, fue oficinista en el  correo, auxiliar bancario, operador de radio, controlador de cabina en emisoras. Hizo intervenciones como locutor bilingüe, pues había obtenido el título por correspondencia como se estilaba en aquella época, en la National School de Los Ángeles, California.


 


En 1948 se vincula como locutor en los micrófonos de la Voz de la Patria. Se aventura a participar en un programa de Emisora Variedades que realiza un concurso para cantantes novicios, llamado El Palacio del Aire. Es entonces cuando se regodea vocalizando los boleros cubanos que son la sensación  del momento. El tercer puesto conquistado, lo entusiasma a soñar con un porvenir en el arte de Euterpe y decide prepararse para ello. Miguel Ruiz, un antioqueño hombre de radio y propietario de la emisora patrocinadora del concurso, le murmura durante una tertulia que para comenzar con pie derecho debe cambiar su nombre por otro más representativo, porque el suyo era digno de un luchador de tinglados baratos, e inapropiado para un cantante.  Le colabora en la consecución de su nombre artístico: Nelson Pinedo.


 


Una de las audiciones de la Voz de la Patria, en cierta vez, se ausentó un cantante ecuatoriano, quien era el pregonero de las páginas románticas en la orquesta Los Olímpicos Jazz Band, liderada por el maestro Julio Lastra. El otro cantante de la agrupación que vocalizaba las guarachas, era Manolo Pulido. Y Nelson tuvo allí su primigenia alternativa en su carrera profesional. Mi cariño fue el primer número que interpretó, un bolero de aquella actualidad, grabado por la cadenciosa voz argentina de Leo Marini. La Voz de la Patria en Barranquilla, batía récord de sintonía en la costa atlántica colombiana, Su propietario, Clemente Vasallo, abordó a Pinedo, luego de una presentación con la orquesta del maestro Lastra:


 


–Oye tú muchacho, tienes una voz del carajo, pero aquí no se grita.. Aquí necesitamos un crooner. ¿Me entiendes? ¡Un crooner! El señor Vasallo se refería a esa clase de cantantes susurrantes, amos y señores de los cabarets norteamericanos, que acreditaban una suave voz, pletórica de calidez.


 


Aparece después el maestro soledeño Pacho Galán, director de la Atlántico Jazz Band y lo llama para que con su canto se le una en un programa denominado Empanadas Bailables del prestigioso Hotel El Prado que se efectuaba en el Patio Andaluz y además en las ediciones musicales de la Emisora Atlántico. Se enrola más adelante en la orquesta de los hermanos Rodríguez Moreno. Pompilio en la batería, Tomasito era el cantante guarachero y Lucho tocaba el saxo, que musicalizaban los eventos en el Jardín Águila. Con la orquesta de Lucho Rodríguez Moreno, comienza su periplo continental y los secunda en una gira por la patria de El Libertador. En la emisora Ondas del Lago de Maracaibo, graba su primer acetato titulado Mucho, mucho, mucho, un bolero en la moda de entonces, de la autoría e interpretación de Andy Russell, aquel apuesto cantante norteamericano. Al retornar a su Barranquilla natal, realiza en 1949 con la orquesta del español Juan Bautista Font, un periplo artístico por el departamento del Magdalena.


 


Se acopla luego a la Orquesta de Antonio María Peñaloza que tocaba en los carnavales en el proscenio del Country Club. Su destino estaba trazado en el canto y a los 23 años, del trópico atlanticense, se muda a la gélida sabana de Bogotá con esta agrupación. El miércoles 11 de abril de 1951, son protagonistas de la inauguración del Night Club La Casbah, en los altos del teatro Mogador. Este centro artístico y musical, improntó huella durante la década del cincuenta en la capital de la república. Durante la permanencia en la capital colombiana, Pinedo conoce en la emisora Nuevo Mundo, a Don Américo Belloto, director de la célebre agrupación Don Américo y sus Caribes, propulsora de trascendentales voces. Con este acompañamiento graba dos temas para el sello Vergara: ¿Qué es la cosa?, un porro y Cumbia del Caribe, ambos originarios del maestro bogotano Alex Tovar.


 


Casino de Sevilla era el nombre de una agrupación que interpretaba la música de la madre patria y que en 1952 con sus solistas José Madrid y Pedro Da Silva, arribó para una temporada de presentaciones en Bogotá en el Grill Europa. Nelson Pinedo, entre chanza y chanza, intercambiaba aplausos con ellos. En sus noches libres, ellos lo aclamaban en su show, y viceversa. Esta camaradería con los españoles, ¡quién lo creyera!, sería el embrión que incubaba su proyección internacional. Luego de que los ibéricos finalizaron su contrato, enrumbaron para Cuba. A los cuatro meses, en noviembre, Nelson dio paso al asombro, cuando es citado por estos españoles para que cante con ellos en La Habana. El grupo había cambiado de nombre y ahora se llamaba Orquesta Serenata Española. Complacido, vislumbraba que su futuro profesional lo forjaría en el extranjero. Iría a Cuba para convertirse en un cantante internacional. Allá se pone a la orden del empresario Eugenio Tito Garrote. En aquel emporio artístico de La Habana, con la Orquesta Serenata Española debuta Nelson en enero de 1953, en el Teatro Payret ubicado al frente del capitolio. Después actúan en el Casino Nacional, en el cabaret Montmartre y en el canal 2 de televisión. Con la indumentaria requerida por el conjunto y con su galanura, se camuflaba fácilmente como español. En este trampolín musical difundió cuatro temas: Yo te diré, Volverán las golondrinas, Entre tus brazos y Monísima. Este último, agenció muchos aplausos y fue durante cuatro meses su emblema musical. Fueron grabados para que trascendieran en el sello Panart, el más encumbrado de Cuba.


 


Los directivos de la Orquesta Serenata Española, luego de agotar sus contratos, le propusieron a Nelson que los escoltara a España, pero él prefirió quedarse en Cuba. Graba dos temas para el mismo sello Panart, con el estupendo fondo musical del Conjunto de Luis Santí: Entre palmeras, un porro del colombiano Rafael Campo Miranda y De ti no quiero nada, un bolero de su autoría. Una bendición de ángeles le relampaguea del cielo en forma de eventualidad. Daniel Santos, quien era el cantante invitado de la Matancera en los programas de Radio Progreso, se engolosina con una de sus escapadas, esta vez para México, en donde pretendía cumplir un contrato de cuatro semanas. Tito Garrote, audazmente, conduce a Nelson a relacionarlo con los propietarios de la emisora, los hermanos Fernández y con los muchachos de la ya prestigiosa Sonora Matancera. Él aprovecha esta ocasión única y despliega su profesionalismo para granjearse el respeto de los músicos y de lo que es más vital, el encanto del público. El éxito fue inmediato. Los patrocinadores del programa que promocionaba un refresco llamado Iron Beer, le solicitaron a Nelson quedarse  aunque Daniel Santos regresara. Y comienza la empatía de Nelson con el auditorio cubano, con el marco espectacular y arrobador del más grandioso conjunto de la música caribeña, SM, Su Majestad, es decir, la sempiterna Sonora Matancera. Su director Rogelio Martínez facilita las cosas y Nelson Pinedo graba su primer número, El Ermitaño, aplaudido porro del recientemente fallecido compositor colombiano Rafael Escalona. Esto motivó al señor Sidney Siegel dueño de la empresa Seeco a ofrecerle a Nelson un contrato de exclusividad por un año, que muy pronto fue prorrogado a dos. Los estudios de Radio Progreso de Prado y San José se trasladaron al moderno edificio en Infanta 105 y fueron inaugurados el 11 de noviembre de 1953. Desde luego que allí estuvieron la Sonora Matancera con Nelson Pinedo, para resplandecer con su arte ese trascendental acontecimiento farandulero.


 


Pinedo fue previsivo y cuando salió de Colombia para Cuba, empacó en su portafolio numerosas partituras de porros, nuestro ritmo autóctono y tropical.  El martes 18 de mayo de 1954, Nelson graba con la Sonora, Me voy pa’ La Habana, el tema que lo inmortalizaría, en  una adaptación que realizó a la página del cantante y compositor colombiano José María Peñaranda, Me voy pa’ Cataca, en referencia a la población de Aracataca. Nelson con la Sonora graba 50 números en cuatro años y medio de trabajo como cantante invitado. En 1954 obtiene el codiciado galardón en La Habana como el Artista Extranjero más Popular, escogencia de los cronistas de radio, televisión y teatro.


 


En febrero de 1955 en la película Una gallega en La Habana, interpreta con la Sonora su tema Me voy pa’  La Habana. Allí observamos a un Pinedo arrollando con su juventud y categoría vocal. En este mismo año ingresa a los  anales del exclusivo Cabaret Tropicana, cuando hace parte del elenco de una  producción estelarizada por la diva portuguesa-brasileña Carmen Miranda. Comparte camerinos con otras luminarias como Olga Guillot, El Cuarteto Rufino, Facundo Rivero y su Cuarteto y la pareja de bailarines de Ana Gloria y Rolando.


 


on Celia Cruz y la Sonora Matancera en abril de 1956, recorren triunfales Costa Rica, Nicaragua y Colombia. Cuando actuaba en Puerto Rico en septiembre, recibe la orden de los dueños de la Seeco para grabar con la agrupación que arrollaba en La Isla del Encanto,  Cortijo y su Combo. Esto se efectuó en los estudios de Marbella Records, en el Viejo San Juan. Planeaban realizar un LD pero la avalancha de los contratos de trabajo de Pinedo sólo le permitió grabar cuatro temas, Micaela, El pilón de Tomasa, Zumbador y Lola la coquetera. En los coros de estos temas estuvo el emblemático Ismael Maelo Rivera, El Sonero Mayor de Puerto Rico. Esto acaeció el 9 de octubre de 1956.


 


Pinedo realiza sus postreras grabaciones con la Matancera, en noviembre de 1958. Nelson vuela después a ciudad de México, en donde durante el ajetreo de sus actuaciones, protagoniza un romance con Irma Dorantes, la reciente viuda de El Ídolo de México, el sin par Pedro Infante. Cuando viajaban juntos a una presentación en la Universidad de Actopan, sufren un accidente automovilístico. En la policlínica de los artistas de México fueron atendidos de urgencia. Nelson estaba en ensayos para protagonizar una película musical y todo esto se derrumbó, porque estuvo incapacitado durante un año por las numerosas intervenciones quirúrgicas que debió afrontar para borrar las secuelas faciales ocasionadas en el percance.


 


Luego del infortunado contratiempo, cumple una cita artística en la capital venezolana en donde conoce a su futura esposa Alba Marina Blanco. Retorna a México para cumplir un contrato en sus más renombradas marquesinas. Graba con la orquesta del pianista cubano Alex Sosa un LD para el sello Musart. Allí se destaca la página El carioquero. En otro acetato con Sosa perpetúa otro de sus rotundos triunfos, el bolero Borrasca, que le propició un segundo aire musical y en el escalafón mexicano fue un torbellino, que se huracanó  por la América Latina entera:


 


En una noche venturosa de 1964, luego de una de sus presentaciones en un cabaret de Nueva York, en su camerino le trasmiten el mensaje que un famoso personaje lo espera en una  mesa especial, para brindarle el calor de unos whiskies. Pinedo acude a este llamado y así enlaza conceptos y amistad con Tito Rodríguez. Éste le manifiesta que es un admirador de su estilo y lo felicita por su magnífica dicción y prosodia que caracterizan su canto. Tito pone a disposición suya su orquesta y se dan a la tarea de escoger el repertorio que incluiría unas páginas antológicas. Para el sello Gramsa Music Hall, graba con la gran banda de Tito Rodríguez, el LD titulado Un Latino en América.


 


En 1967 es requerido en el Perú para liderar un show de televisión en el canal 2 de la Avenida Tacna de Lima. El productor Manuel A. Guerrero del sello MAG lo contrata para grabar dos larga duración: Agüita de colonia y Sale caliente y coma callao, con músicos de las agrupaciones de Lucho Macedo y Ñico Estrada, conjunto que bautizaron como la Sonora Magtancera. Vuela después a la Argentina y allí se estaciona para cantar durante dos años. En Buenos Aires nació Carlos Julio, su tercer hijo. Le pone este nombre como recuerdo de su suegro y también como un homenaje a su colega colombiano Carlos Julio Ramírez. Nelson ha sostenido siempre que es el cantante mayor nacido en Colombia. A la urbe caraqueña de nuevo llega en 1968, esta vez para radicarse definitivamente. En al año de 1972, Nelson Pinedo grabó en Venezuela con el grupo de Nelson Henríquez un LD que denominaron Nelson y Nelson. Se conjugaron dos generaciones con un mismo nombre para almibarar la música jacarandosa.  


 


En noviembre de 1974 y para realzar el cincuentenario de la Matancera, la empresa Continental Deportes, organizó para Colombia un espectáculo que acertadamente llamó El Festival Imposible. Para deleitar a sus seguidores vinieron con la Sonora: Daniel Santos, Carlos Argentino, Celio González y Nelson Pinedo. Agenciaron fervorosos llenos en Barranquilla, Cartagena, Bogotá, Cali, Pereira y Medellín. Las turbamultas matanceras disfrutaron  tremendos banquetes musicales.  


 


Graba en 1983, en San Juan de Puerto Rico, con la orquesta del boricua Tommy Olivencia, el trabajo titulado Nelson Pinedo ... Desde Puerto Rico. En la navidad de 1984 acude a Londres para actuar en el night club Los Españoles y en el St. Albam´s Parish Hall. Desde Caracas El Almirante del Ritmo continúa desplazándose a varios países en donde complace con su arte.


 


En 1989 fue partícipe del magno acontecimiento en Nueva York, con ocasión de los 65 años de la fundación de la sempiterna Sonora Matancera. Fueron tres días de entusiasmo desbordante. Todo un jolgorio. Allí se reunió de nuevo con sus antiguos colegas: Daniel Santos, Leo Marini, Vicentico Valdés, Celia Cruz, Bobby Capó, Celio González, Alberto Beltrán, Yayo El Indio y  Carlos Argentino. Los empresarios caleños reunieron por última vez a la Sonora Matancera con sus estrellas, en el mes de agosto de 1991. Como cantantes estuvieron Daniel Santos (que deambulaba ya vacilante y olvidadizo), Celio González, Alberto Beltrán y nuestro Nelson Pinedo.


 


El empresario venezolano residente en Nueva Jersey, Miguel Hernández Andara, mediando nuestra recomendación, lo promocionó para actuaciones con la colonia latina de Nueva York y Nueva Jersey en 1997. Sus presentaciones fueron tan victoriosas, que el 21 de marzo de 1998, la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York, le concedió el premio A.C.E., como el mejor artista latino del año.


 


Son muy escasos los cantantes que activos, celebran sus bodas de oro.  En 1997 en el Teatro Amira de la Rosa de la calurosa Barranquilla, con todas sus butacas ocupadas por un selecto auditorio ávido de añoranzas musicales, se homenajeó tal acontecimiento. Y de Bayamón, Puerto Rico, acude la canora voz mulata de Carmen Delia Dipiní, su amiga desde 1955, para brindarle sus añejos éxitos grabados con al Matancera. Tania, la excelente cantante venezolana exhibió también sus cualidades artísticas. La orquesta para la ocasión que lució magnífica, fue dirigida por el pianista y arreglista Hugo Molinares.


 


Su voz estrena orgullosa el formato del disco compacto y en 1998, esta vez con Alquimia, el grupo colombiano de los hermanos Jorge y Sady Ramírez, de moda en Latinoamérica para rememorar a los jóvenes, los viejos éxitos de la Matancera. Con él también está su colega de siempre, su coequipero en las experiencias musicales, Celio González, El Flaco de Oro. Para nuestro deleite además, perdura el video de este trabajo.


 


Nelson Pinedo, en la actualidad con sus 81 años cumplidos, reside con su familia en Caracas. Su último trabajo musical lo orquestó el pianista Hugo Molinares, con la producción de Farid Char. Lo tituló Homenaje a Pacho Galán. Son diez merecumbés que resaltan con sobriedad su calidad musical.


 


El porro guaracha lo reclama como su padre adoptivo y el bolero rítmico lo cataloga como uno de sus adalides. La voz de Nelson, exornada de matices, pertenece al grupo de esas voces tropicales, que una vez escuchada, ya nunca se olvida. El hechizo de la seducción de su canto, se ha convertido en un apego primordial de nuestras añoranzas musicales por siempre. Que Dios nos lo preserve durante muchos años.

Fuente:
Sistema Integrado Digital