El llanto, la melancolía y la nostalgia que aparecen en el cierre del año están asociados al significado cultural y personal que muchas personas le atribuyen a estas fechas, explicó la psicóloga clínica María Paula Duque en entrevista en el programa Habla con Ella de LA FM, al señalar que el 31 de diciembre no implica cambios biológicos, sino emocionales.
Según la especialista, estas fechas suelen estar “cargadas de significados personales y familiares”, lo que hace que para algunas personas representen alegría, mientras que para otras se conviertan en momentos de autoculpabilización, autoexigencia y tristeza. “Es normal que para unas personas sean fechas de gozo, pero para otras de melancolía y nostalgia”, afirmó.
¿Por qué lloramos el 31 de diciembre y qué pasa en la mente?
La doctora Duque indicó que el llanto es una respuesta válida y funcional frente a las emociones que se intensifican al final del año. “Llorar es súper válido, yo los invito a llorar”, expresó, al señalar que esta manifestación permite procesar tristeza, ira y frustración. Agregó que “las emociones no son malas per se” y que sentirlas hace parte del bienestar emocional.
Durante la entrevista, explicó que muchas personas piensan el año como un ciclo cerrado, lo que puede generar la sensación de haber perdido oportunidades. “Cada vez que un año acaba sentimos que perdimos oportunidades y eso no es así”, señaló. En ese contexto, recomendó mayor flexibilidad con las metas personales y reducir la autoexigencia frente a lo no alcanzado.
La psicóloga afirmó que no todos los años deben ser evaluados bajo la idea de éxito. “Las metas más pequeñas también son sumamente significativas”, dijo, y añadió que cambios como poner límites personales o respetarse más también cuentan como avances. Asimismo, hizo un llamado a evitar comparaciones. “Evitemos compararnos con lo que otros lograron y con lo que yo no logré”, enfatizó.
¿Cómo explicar a los niños por qué lloramos en Año Nuevo?
Frente a la presencia de niños durante estas fechas, la doctora Duque aseguró que no es negativo que vean a los adultos llorar. “No está mal que los niños vean a sus cuidadores ser vulnerables”, explicó, al considerar que esto les enseña que sentir tristeza también es válido.
Indicó que lo importante es hablar con claridad sobre lo que se siente. “Mira, estoy llorando porque extraño a alguien o porque me siento nostálgica”, ejemplificó, y advirtió que ocultar las emociones puede resultar contraproducente. También recomendó priorizar rituales de unión y gratitud familiar por encima de preguntas sobre logros y metas.
Sobre las personas a las que no les gusta celebrar el 31 de diciembre, señaló que esto depende del contexto individual. Explicó que muchas veces se relaciona con una revisión personal de lo logrado y lo no logrado, lo que activa la autoculpabilización. “Tendemos a fijarnos más en lo que no conseguimos”, concluyó, al insistir en respetar las emociones propias y ajenas.