Petro niega señalar al ELN en el asesinato de Miguel Uribe Turbay y responsabiliza a la Segunda Marquetalia
“El ELN debería leer más que la prensa, directamente mis discursos. No hablo por hablar”, señaló el mandatario.

En un extenso mensaje publicado en su cuenta oficial de X, el presidente Gustavo Petro aclaró su postura frente al asesinato del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, ocurrido hace pocos días en circunstancias que aún se encuentran bajo investigación.
El mandatario negó haber responsabilizado al Ejército de Liberación Nacional (ELN) por el crimen y aseguró que “no hay indicios hacia el ELN, pero sí hacia la Segunda Marquetalia”, una organización disidente de las Farc con operaciones tanto en Colombia como en Venezuela y con la que el Gobierno negociaba.
Las declaraciones del jefe de Estado surgieron luego de que el líder del ELN, Antonio García, lo acusara de mentir “de manera descarada”. Esto en respuesta a una intervención reciente del presidente durante una ceremonia de ascenso de altos mandos de la Policía, donde Petro expresó: “El ELN también, aquí, está asesinando colombianos. Y es probable, no puedo afirmarlo, que sea el autor del asesinato del senador Miguel Uribe Turbay por dinero. Será la investigación, cada vez más difícil, la que diga la verdad, porque hay que afirmarlo con certeza”.
Ante la polémica, el presidente respondió directamente a la acusación de García: “El ELN debería leer más que la prensa, directamente mis discursos. No hablo por hablar”. Con ello, enfatizó que sus declaraciones no pretendieron señalar de forma a ese grupo como autor del magnicidio. En cambio, sostuvo que los datos disponibles apuntaban a un posible involucramiento de la Segunda Marquetalia.
“Es probable que le hayan pagado a la Segunda Marquetalia por asesinar al senador”, afirmó. Además, explicó que tanto el ELN como esta disidencia armada “están en guerra abierta contra el Gobierno” y que dicho enfrentamiento tiene más que ver con el control de economías ilícitas que con una lucha política tradicional.
Petro indicó que la rivalidad entre ambos grupos se intensificó tras una emboscada del ELN contra la Segunda Marquetalia en territorio venezolano. Según sus palabras, esta guerra también se libra dentro de Colombia y ha afectado a comunidades civiles.
En su mensaje, el presidente también aludió a la responsabilidad del gobierno venezolano y pidió que se actúe con firmeza para expulsar a estos grupos armados de su territorio. “Es importante que Venezuela determine sacar los dos grupos de su territorio a fondo”, expresó.
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Agregó que, con el consentimiento del presidente Nicolás Maduro, su administración logró golpear al ELN en la frontera con Norte de Santander, donde fueron decomisadas “decenas de toneladas de cocaína del lado venezolano”.
Petro criticó la transformación de las estrategias insurgentes, señalando que ahora se enfocan más en el soborno que en el enfrentamiento armado.
“La estrategia de estos grupos consiste no tanto en la agresión armada contra los Estados, sino, como al estilo traqueto, en sobornar oficiales y funcionarios de ambos Estados”, sostuvo.
Asimismo, advirtió sobre el riesgo de una intervención extranjera, al denunciar que “sectores de la extrema derecha de Colombia, Venezuela y EE. UU. presionan esta aventura violenta”, la cual, en su opinión, busca desestabilizar la región para favorecer intereses mafiosos.
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El mandatario calificó esta situación como una “guerra fratricida” impulsada por mafias transnacionales, que utilizan a los grupos armados como instrumentos de control territorial.
En ese sentido, arremetió contra el liderazgo actual del ELN: “Pablito obedece a las mafias y no a la revolución”, afirmó, al tiempo que lo acusó de sabotear los diálogos políticos con el gobierno y de ser responsable del asesinato de más de un centenar de campesinos en el Catatumbo.
Petro cerró su pronunciamiento con una advertencia tajante: “Para el bien de Colombia y Venezuela, no debe haber grupos armados binacionales, dirigidos por extranjeros, en nuestros territorios”. Reiteró que las actuales estructuras insurgentes se alejaron de cualquier causa política legítima y actúan hoy como “ejércitos de ocupación” al servicio del narcotráfico y del gran capital internacional.