La tensión y la incertidumbre marcaron casi 24 horas en la vía Panamericana que conecta a Risaralda con Chocó, luego de que dos camiones incinerados por hombres del ELN permanecieran atravesados en el corredor vial Tadó–Pereira.
Según los transportadores de la vía "lo que inició como un atentado armado terminó por convertirse en un símbolo de abandono", según denunció la misma comunidad, tuvieron que ser los propios ciudadanos quienes habilitaron el paso ante la ausencia total de respuesta por parte de las autoridades.
Todo comenzó cuando un grupo de guerrilleros interceptó los dos vehículos de carga que transitaban por el tramo. Los detuvieron, los incineraron y los abandonaron allí, convertidos en chatarra, en plena carretera.
El ataque paralizó el tráfico entre ambos departamentos y provocó trancones monumentales que se extendieron durante largas horas. Decenas de viajeros quedaron atrapados sin posibilidad de movilizarse, a la espera de que la carretera fuera despejada.
Pero el tiempo pasaba y nada ocurría.
De acuerdo con testimonios de los ciudadanos, no hubo reacción inmediata de la Fuerza Pública ni equipos oficiales que atendieran la emergencia.
Los vehículos quemados siguieron bloqueando el carreteable incluso después de que los hombres armados aparentemente abandonaron la zona. La comunidad decidió entonces actuar por su propia cuenta. Conductores afectados, habitantes de la región y viajeros atrapados se organizaron para mover los camiones carbonizados y abrir nuevamente la vía.
Fue un esfuerzo colectivo improvisado, pero efectivo. Entre jalones, maniobras riesgosas y el apoyo de quienes se encontraban retenidos en el punto, lograron retirar los restos de los vehículos y permitir que la circulación se reanudara. Solo entonces el corredor volvió a estar transitable.
El secretario de Gobierno de Risaralda, Israel Alberto Londoño, confirmó que, aunque los responsables del atentado ya no estaban en el sector, los camiones permanecieron bloqueando el paso por un largo tiempo hasta que la comunidad tomó la iniciativa.
Sus declaraciones reforzaron la versión de los habitantes, quienes insisten en que la falta de presencia estatal prolongó la emergencia innecesariamente.
Este episodio se suma a una lista cada vez más extensa de alteraciones en la Panamericana, una carretera que históricamente ha sufrido afectaciones por problemas de orden público y también por emergencias invernales. El hecho vuelve a poner en evidencia la vulnerabilidad de un corredor estratégico para la movilidad y el abastecimiento en esta zona del país.
Aunque la vía ya fue habilitada, aún se espera que en las próximas horas se normalice también el despacho de los vehículos de transporte público entre Risaralda y Chocó, servicio que quedó paralizado por completo durante el cierre.