Durante la madrugada del miércoles, la Plaza São Lucas, en la avenida José Rucas, se convirtió en el epicentro del horror en el Complejo Penha, en la Zona Norte de Río de Janeiro. Al menos 60 cuerpos fueron trasladados hasta el lugar, extraídos del bosque de Vacaria, en la Serra da Misericórdia, escenario de los enfrentamientos más violentos entre la policía y narcotraficantes durante la megaoperación del martes. Con ello, la cifra total de muertos asciende a 124, convirtiéndose en la operación más letal en la historia de Río de Janeiro.
En medio de un profundo silencio, decenas de personas observaban los cuerpos alineados sobre el suelo de la plaza. Algunos vecinos, con guantes, cortaban fragmentos de ropa de los fallecidos para facilitar su identificación. “¿Dónde está mi hijo?”, gritó una mujer al acercarse a los cadáveres. Otras familias, entre el dolor y la incredulidad, levantaban las mantas que cubrían los cuerpos para reconocer los rostros de sus seres queridos.
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A las 3 de la madrugada comenzó a formarse una fila de cadáveres, y durante las horas siguientes siguieron llegando más. Camionetas improvisadas transportaban los cuerpos desde distintas zonas del complejo, y eran los propios vecinos quienes los descargaban. Alrededor de las 7:30 de la mañana, la escena era sobrecogedora: decenas de cuerpos tendidos, rodeados por un mar de gente que lloraba, rezaba y buscaba respuestas.
“Nunca he visto nada igual”, relató un residente con la voz quebrada. A un costado, un grupo de vecinos rezó el Padrenuestro, mientras una familia se arrodillaba junto a uno de los difuntos. “¿Cómo pudo destruir tantas familias, tantas vidas? ¿Y salirse con la suya?”, dijo una madre acariciando el rostro de su hijo muerto.
La llegada de los equipos del Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) poco después de las 10 de la mañana provocó una estampida de residentes. Muchos huyeron aterrados, mientras coches fúnebres del Cuerpo de Bomberos se abrían paso para retirar los cadáveres acumulados en la plaza.
Según TV Globo, seis cuerpos permanecían aún en el Hospital Estatal Getúlio Vargas, que concentró la atención de los heridos de la operación. Sin embargo, la cifra de víctimas podría ser mayor, ya que no está claro si los cuerpos hallados por los vecinos fueron incluidos en el balance oficial.
El activista Raull Santiago, quien pasó la noche buscando cadáveres en la favela, compartió videos en redes sociales mostrando manchas de sangre y rastros de violencia en la zona boscosa. “Todavía no he dormido. Desperté en medio de este caos. Estoy sin palabras. Me da asco”, dijo el miércoles por la mañana. Más tarde, publicó otro mensaje: “Empiezo a asimilarlo. Los gritos, el llanto. Y siguen llegando cuerpos...”.
En medio del caos, una mujer que reconoció a su yerno entre los fallecidos sufrió un colapso nervioso. “Está en estado de shock. Está muy enferma. Nadie merece pasar por esto”, explicó su hermana, mientras los vecinos intentaban auxiliarla con agua y abanicos improvisados.
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El secretario de la Policía Militar, coronel Marcelo de Menezes Nogueira, declaró a g1 que la corporación investigará la situación de los cuerpos recuperados por los residentes y que aún no se puede confirmar si forman parte del conteo oficial. Los vecinos, entre tanto, denuncian que aún quedan cadáveres en la cima de la colina, lo que sugiere que la magnitud real de la tragedia podría ser mucho mayor.