La Cumbre del Clima COP30 arrancó este lunes en Belém, Brasil, en medio de crecientes tensiones entre los países desarrollados y las naciones del Sur global. El diplomático brasileño André Corrêa do Lago, presidente de las negociaciones climáticas de la ONU, lanzó una crítica directa a los países más ricos, acusándolos de haber “perdido el entusiasmo” para enfrentar la emergencia climática, mientras China avanza como líder mundial en energía limpia.
“De alguna manera, la disminución del entusiasmo del Norte global demuestra que el Sur global está avanzando”, declaró Corrêa do Lago ante periodistas. “No es solo este año, lleva años avanzando, pero no tenía la visibilidad que tiene ahora”.
El funcionario destacó que China, a pesar de ser el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, también se ha convertido en el principal productor y consumidor de energía baja en carbono. “China está ideando soluciones que son para todos, no solo para China. Los paneles solares son más baratos y tan competitivos que ahora están en todas partes. Si estás pensando en el cambio climático, esto es bueno”, subrayó.
Durante las próximas dos semanas, delegaciones de 194 países buscarán actualizar sus compromisos climáticos nacionales (NDC) y trazar una hoja de ruta que mantenga vivo el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 °C, tal como lo establece el Acuerdo de París.
Tensiones en la agenda de la COP30
Uno de los principales retos será definir cómo acelerar la reducción de emisiones. Según la ONU, los actuales compromisos conducirían a un aumento devastador de 2,5 °C, muy por encima del límite seguro. Los países más vulnerables —agrupados en la Alianza de Pequeños Estados Insulares (Aosis)— exigen un plan global más ambicioso.
“El progreso hasta ahora ha sido insuficiente y tenemos que dar una respuesta. De lo contrario, no sabemos adónde vamos”, afirmó Ilana Seid, embajadora de Palaos ante la ONU y portavoz de Aosis.
Los anfitriones brasileños quieren que esta cumbre se enfoque en la implementación de compromisos ya asumidos, como la reducción de emisiones, la triplicación de la capacidad renovable y la duplicación de la eficiencia energética para 2030. Sin embargo, Aosis insiste en que estas metas deben reforzarse con políticas concretas para no perder el rumbo hacia el límite de 1,5 °C.
“El objetivo de 1,5 °C debe ser nuestra guía”, reiteró Seid. “Necesitamos reconocer que colectivamente no lo estamos logrando y necesitamos dar una respuesta”.
Promesas incumplidas y emisiones en aumento
Mientras tanto, una de las promesas más emblemáticas de las últimas cumbres —la reducción del 30 % de las emisiones de metano para 2030, acordada en la COP26 de Glasgow— está siendo incumplida.
De acuerdo con datos de la empresa de análisis satelital Kayrros, las emisiones de metano de Estados Unidos, Australia, Kuwait, Turkmenistán, Uzbekistán e Irak han aumentado un 8,5 % respecto a 2020, pese a haber firmado el compromiso. En el caso de EE. UU., las emisiones provenientes de las operaciones petroleras y de gas se incrementaron en un 18 %.
“A pesar de las promesas hechas año tras año, las emisiones de metano están aumentando. Nuestro análisis lo deja dolorosamente claro”, advirtió Antoine Rostand, presidente de Kayrros. “¿Podemos esperar que las cosas cambien? Al menos debemos tener la esperanza de que lo hagan. El tiempo corre”.
El metano es un gas de efecto invernadero 80 veces más potente que el dióxido de carbono, responsable de un tercio del calentamiento reciente del planeta. Reducirlo, señalan los expertos, sería un “freno de emergencia” para contener las temperaturas globales.
Sin embargo, la falta de acción ha llevado a algunos especialistas a exigir un nuevo marco jurídico internacional. “Con las emisiones aún altas, la promesa voluntaria claramente no es suficiente para evitar que superemos los puntos de inflexión que se acercan rápidamente”, advirtió Durwood Zaelke, presidente del Instituto para la Gobernanza y el Desarrollo Sostenible. “Necesitamos un acuerdo vinculante sobre el metano más contundente”.