Cónclave en el Vaticano: el enigmático mensaje de Re a Parolin
En la misa previa al cónclave no se hizo mención del papa Francisco.

El cónclave más incierto de las últimas décadas aún no ha comenzado oficialmente, pero ya ha estallado una polémica significativa en el seno de la Iglesia. En una institución donde los gestos, silencios y símbolos pesan tanto como las palabras, la misa Pro Eligendo Pontifice celebrada este miércoles en la basílica de San Pedro ha desatado interpretaciones y tensiones entre los cardenales electores, al punto de convertirse en la comidilla en Roma.
El decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, pronunció una homilía que ha sido descrita como sorprendente por una omisión que muchos consideran deliberada: no mencionó ni una sola vez al Papa Francisco, fallecido el pasado 21 de abril. “No se le puede haber olvidado, es deliberado”, declaró un prelado que asistió a la ceremonia. En los cónclaves anteriores de 2005 y 2013, los discursos de apertura incluyeron afectuosos reconocimientos al pontífice saliente. La ausencia de cualquier referencia a Jorge Mario Bergoglio —en un momento en que su legado está precisamente en el centro del debate— ha sido leída como una señal política clara.
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El sector eclesial que busca dar continuidad a las reformas emprendidas por Francisco percibe este silencio como una afrenta y un mensaje de ruptura desde los sectores conservadores, que buscan cerrar el ciclo iniciado por Bergoglio. La inquietud se agravó con otro gesto fuera del protocolo: al finalizar la misa, Re se acercó al cardenal Pietro Parolin —actual secretario de Estado y uno de los nombres más fuertes en las quinielas— y lo abrazó públicamente, susurrándole al oído "Auguri" (enhorabuena o suerte).
El gesto, recogido por los micrófonos y viralizado rápidamente en redes sociales, ha sido interpretado por muchos como una especie de investidura oficiosa. Algunos incluso afirman haber escuchado “auguri doppi” (“doble enhorabuena”), lo que alimenta aún más la idea de que el sector conservador podría haber cerrado filas en torno a Parolin como candidato de consenso, apoyado por la curia y sectores diplomáticos de la Iglesia. Esta percepción, según fuentes vaticanas, ha hecho saltar las alarmas entre los reformistas, quienes temen que se esté cocinando una marcha atrás en el camino reformista iniciado hace más de una década.
El riesgo ahora —advierten analistas eclesiásticos— es que este gesto pueda volverse en contra del propio Parolin. “Da la impresión de que todo está pactado y decidido de antemano, y eso puede irritar a no pocos cardenales indecisos”, comenta una fuente diplomática. En efecto, la imagen de un cónclave ya resuelto antes de entrar en la Capilla Sixtina podría provocar una reacción de rebote en algunos sectores que rechazan las imposiciones y las apariencias de bloqueos internos.
La homilía de Re también ha sido objeto de escrutinio por su contenido temático. Más allá del silencio sobre Francisco, el cardenal puso énfasis en la crisis política mundial y en la necesidad de un papa con capacidad negociadora y diplomática, perfil que muchos asocian con Parolin, un veterano del cuerpo diplomático vaticano. “El mundo de hoy espera mucho de la Iglesia para la tutela de esos valores fundamentales, humanos y espirituales”, afirmó Re. Una visión de la Iglesia más centrada en la estabilidad institucional y la función moral global, que encaja con las propuestas del ala tradicionalista.
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En un momento tan cargado de simbolismo, cualquier palabra, gesto o incluso omisión adquiere un peso descomunal. Y aunque las puertas de la Capilla Sixtina aún no se han cerrado, la pugna por el futuro rumbo de la Iglesia ya se libra con intensidad en los pasillos del Vaticano.