Por qué ir a dormir peleado con su pareja no siempre es tan malo como cree: hay algo más importante
La creencia popular indica que siempre hay que solucionar todo antes de dormir, pero esa presión podría desencadenar desencuentros peores.

Aunque muchas parejas intentan resolver sus conflictos antes de irse a dormir, guiadas por la frase “nunca te vayas a la cama enojado”, esta práctica podría tener efectos negativos.
La psicóloga clínica Samantha Rodman Whiten, consultada por CNN, explica que esta urgencia de resolver discusiones antes de dormir es común en personas que crecieron en entornos conflictivos. “No les ocurre que simplemente pueden posponer la discusión y dormir. Sienten que deben arreglarlo ya”, explicó.
Su colega, Sabrina Romanoff, coincide y señala en el mismo medio que esta creencia se basa en el temor a que la rabia no resuelta se acumule durante la noche y cause resentimiento a largo plazo.
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Sin embargo, ambas especialistas coinciden en que este enfoque puede ser poco útil e incluso perjudicial. “Su rigidez puede pasar por alto las necesidades individuales, el descanso y la perspectiva”, advirtió Romanoff, apuntando a que insistir en resolver un conflicto cuando hay agotamiento físico puede llevar a decir cosas de las que uno se arrepienta y agravar el problema.
Cuando una persona está muy cansada, su capacidad de razonamiento, escucha y resolución de problemas disminuye. “Estás más impulsivo, con menos inhibiciones y menos capacidad de regular emociones”, dijo Whiten. Además, advirtió que si una de las partes ha ingerido alcohol o está muy alterada emocionalmente, el conflicto puede escalar aún más.
En cambio, dormir bien puede restaurar la capacidad de procesar emociones y enfrentar el problema desde un lugar más racional. “Una mente descansada está mejor equipada para tener conversaciones respetuosas y reflexivas”, añadió Romanoff. Al día siguiente, muchas veces el problema parecerá menos grave o podrá abordarse de forma más constructiva.
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Algunas personas no logran conciliar el sueño si la discusión sigue abierta. Esto puede deberse a lo que Whiten llama “pánico por apego”, es decir, el temor a perder el vínculo emocional con la pareja. En estos casos, la urgencia por resolver el conflicto busca restaurar la seguridad afectiva.
Sin embargo, intentar discutir bajo estas condiciones no suele ser productivo. Por eso, las especialistas recomiendan acordar un momento específico para retomar la conversación. Esa expectativa puede calmar la ansiedad y facilitar el descanso.
Además, mantener ciertos rituales como decirse “te amo” o darse un beso de buenas noches, incluso durante una pelea, puede ayudar a mantener la conexión emocional sin negar el conflicto. “No se trata de negar la rabia, sino de reafirmar el compromiso”, puntualizó Romanoff.
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Si aún así cuesta dormir, Whiten sugiere ejercicios de autorregulación emocional como respirar profundo, escribir en un diario, meditar o incluso lavarse las manos con agua fría. “Pregúntate: ¿Cómo puedo manejar esta situación de una manera que me haga sentir orgulloso más adelante?”, recomendó.
A largo plazo, aprender a tolerar la incomodidad de una discusión sin resolver y posponerla para un mejor momento puede fortalecer la relación. “Trata los conflictos como oportunidades para acercarte, no para alejarte”, concluyó Romanoff. “Una relación sana no es perfecta, sino una en la que ambos crecen, incluso en los momentos difíciles”.