¿Cuál es la técnica del semáforo rojo en psicología? Así puede superar una ruptura amorosa
Roinel Salamanca, psicólogo especialista, habló con La FM sobre las diferentes maneras de abordar un duelo amoroso y cómo podemos gestionar nuestras emociones.

Aceptar una ruptura amorosa es doloroso. Soltar cuesta. Pero más allá del sufrimiento evidente, muchas personas desconocen qué ocurre en su interior cuando enfrentan la pérdida de una relación. Las emociones desbordan, los pensamientos se agolpan, y no siempre se sabe qué hacer con todo eso que se siente.
Por eso, La FM conversó con el psicólogo Roinel Salamanca, especializado en duelos afectivos, gestión emocional, autoestima y relaciones de pareja. En esta entrevista, el experto abordó los procesos psicológicos que ocurren tras una ruptura, desmontó algunos estigmas y ofreció herramientas prácticas para transitar el duelo amoroso de forma más consciente.
El duelo de una ruptura: ¿por qué se siente como una muerte?
Según Salamanca, una ruptura activa mecanismos similares a los de un duelo por fallecimiento. La razón es sencilla: no solo se pierde a una persona, también se rompe un proyecto de vida, una rutina compartida, una identidad construida en pareja.
“Cuando se termina una relación, muere el ‘nosotros’. Lo que queda es el ‘yo’, muchas veces fragmentado, que debe reorganizarse emocional y cognitivamente”.

Desde la psicología, se sabe que el cerebro no distingue entre el dolor físico y el emocional. Por eso, una separación sentimental literalmente duele. Se activan regiones como la amígdala, encargada de procesar el dolor, y se reduce la actividad del sistema de recompensa, generando un “apagón emocional”.
Evadir el dolor prolonga el sufrimiento
Uno de los errores más comunes tras una ruptura es evitar el dolor. Muchas personas recurren a la evasión, creyendo que si lo ignoran, desaparecerá. También es frecuente buscar contacto con la expareja, lo que —según Salamanca— solo intensifica el sufrimiento.
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“Tendemos a idealizar a la otra persona o a culparnos excesivamente. Frases como ‘nunca encontraré a alguien mejor’ o ‘no soy suficiente’ reflejan distorsiones cognitivas que debemos trabajar”.
El psicólogo recomienda aplicar el contacto cero como forma de proteger el proceso emocional. Además, destaca la importancia de fortalecer el autoconcepto y la autoestima, construir una red de apoyo sólida y, si es posible, buscar ayuda profesional.
“Sentir duele, pero también sana. El primer paso para sanar es aceptar, pero no quedarse ahí. La aceptación debe ir acompañada de acción”.

Crisis emocional: cómo tomar decisiones cuando la mente no está clara
En momentos de crisis, el sistema límbico —encargado de la supervivencia emocional— toma el control. Esto interfiere con la función del corte prefrontal, que es el área del juicio y la toma de decisiones racionales.
“La tristeza, la ansiedad y la impulsividad afectan nuestra capacidad para decidir con claridad. Por eso es clave regular las emociones antes de actuar”.
Salamanca subraya la necesidad de identificar distorsiones cognitivas como el pensamiento catastrófico o el filtro negativo. Reconocer estos patrones ayuda a evitar decisiones impulsivas y a adoptar una perspectiva más objetiva.
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Autoestima: el filtro invisible que influye en las decisiones afectivas
Para el psicólogo, la autoestima actúa como un filtro que determina lo que una persona cree que merece en una relación. Cuando está debilitada, es común justificar el maltrato, aferrarse a relaciones disfuncionales o temer a la soledad.
“Una autoestima sana permite establecer límites, tomar decisiones coherentes y ver la ruptura como una oportunidad de crecimiento personal”.
Reconstruir el “yo” después de la pérdida del “nosotros” implica trabajar el autoconcepto y fortalecer la identidad individual. Este proceso es clave para retomar el control emocional y proyectar nuevas metas personales.

La técnica del semáforo: una herramienta para gestionar las emociones
Salamanca utiliza con sus pacientes una técnica llamada el semáforo emocional, basada en tres pasos:
Rojo: parar. Cuando aparece una emoción intensa, detenerse y darle nombre.
Naranja: pensar. Evaluar las alternativas posibles. ¿Qué consecuencias tendría cada acción?
Verde: actuar. Tomar una decisión basada en lo más saludable para la estabilidad emocional.
“Se trata de frenar, reflexionar y luego actuar. Esta herramienta entrena la autorregulación emocional y evita decisiones impulsivas”.
Por último, el psicólogo recomienda cultivar una narrativa interna compasiva, hablarse con amabilidad, reconocer los logros pasados y recordar que equivocarse también hace parte del proceso.
“No somos nuestras emociones ni nuestras rupturas. Sanar es posible si dejamos de exigirnos perfección y comenzamos a acompañarnos con más comprensión”.