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“Si no hubiera tenido casco, no estaría aquí”: joven en Bogotá se graduó de la universidad seis años después de haber sido atropellado

Un conductor en estado de embriaguez casi acaba con la vida de este joven, que avanza en su proceso de recuperación.

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Viernes, Octubre 10, 2025 - 14:31
Alejandro Jiménez, sobreviviente a accidente.
La historia de resiliencia de Alejandro Jiménez, sobreviviente de un atropello en estado de embriaguez, es un ejemplo de superación y lucha. Descubre cómo logró graduarse en Ciencias del Deporte a pesar de las adversidades.
Universidad Manuela Beltrán.

La tarde del 17 de abril de 2019 dio un giro irreversible para Luis Alejandro Jiménez. Tenía 22 años y cursaba Ciencias del Deporte, cuando fue atropellado por un conductor en estado de embriaguez grado 3, mientras pedaleaba hacia el municipio de Agua de Dios junto a un grupo de amigos,

“Cuando estaba en tercer semestre, mis padres me regalaron una bicicleta para una de las clases en la universidad. Con esa misma salí a montar con mis amigos y mi pareja. Íbamos bien, hasta que ese señor borracho me atropelló”, recuerda en diálogo con Bienestar Fm.

Eran cerca de las ocho de la noche cuando ocurrió el siniestro. La oscuridad cubría la vía y Alejandro rodaba en la mitad del grupo. Minutos antes había hablado con su hermana Diana Jiménez, diciéndole que llegaría en unos 40 minutos. Sin embargo, nunca llegó. Un vehículo que venía en sentido contrario adelantó a otro y lo embistió de frente.

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El impacto fue devastador. “Llevaba casco, lycra y guantes. El accidente fue tan grave que destrozó mis elementos de protección, pero también me salvaron la vida: si no hubiera llevado el casco, no estaría aquí, ni mucho menos graduándome”, aseguró.

La noticia del accidente llegó a su familia por una llamada. Una ambulancia que pasaba por la zona lo trasladó de inmediato al hospital de Tocaima. La familia viajó de Bogotá a Girardot y al llegar recibió un diagnóstico devastador: trauma craneoencefálico severo, coma profundo y respiración asistida.

La única opción médica fue una craneotomía descompresiva, procedimiento en el que retiraron parte del cráneo y la guardaron en su abdomen. Los médicos advirtieron que el pronóstico era un estado vegetativo permanente, sin posibilidad de hablar o caminar.

Un proceso de rehabilitación que desafió los pronósticos

Contra todo cálculo clínico, Alejandro despertó tras 22 días en coma. Pasó tres meses en cuidados intensivos y regresó a casa para continuar su recuperación, donde su familia improvisó un hospital doméstico.

“Era como tener un bebé otra vez, pero de 28 años”, recuerda su hermana. Requirió cama especial, sonda, aspirador de flemas y turnos día y noche para cuidarlo.

El proceso fue lento: aprendió de nuevo a gatear, comer, escribir y sostener la cabeza. El primer avance llegó cuando logró escribir su número de celular de memoria en un tablero.

Las emergencias fueron frecuentes. En una ocasión, un tapón de flema bloqueó su traqueostomía; su cuñado tuvo que darle respiración boca a boca por el orificio, mientras su hermana extraía el tapón con unas tijeras.

Con el tiempo y a pesar de una parálisis parcial del brazo izquierdo y un deterioro cognitivo persistente, Sin embargo, en medio de la pandemia Alejandro decidió retomar la carrera de Ciencias del Deporte en la Universidad Manuela Beltrán, con ajustes especiales para su condición.

Superó dos semestres virtuales y luego asumió el reto de asistir presencialmente, incluso cuando se perdía en TransMilenio o llegaba a municipios lejanos por confusión.

Su tesis de grado fue un estudio de caso sobre su propio accidente, centrado en los procesos de rehabilitación en siniestros viales y la importancia de los elementos de seguridad y de no conducir bajo efectos del alcohol. El trabajo fue publicado en una revista indexada en Perú.

Hoy, Alejandro vive en Bogotá, es independiente, hace ejercicio y trabaja por concientizar sobre la seguridad vial. Aunque conserva secuelas físicas, su historia es símbolo de resiliencia y superación.

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El proceso judicial contra el conductor avanza lentamente en la Fiscalía de Tocaima, mientras la familia reclama justicia. Pese a ello, Alejandro celebra su título universitario, un logro que resume seis años de lucha, dolor y esperanza: la victoria de un joven que, gracias a un casco y a su fortaleza, volvió a empezar.

Fuente:
Sistema Integrado de Información