"No sabemos si es él porque se fue varios días de faena, esperemos que regrese con vida": familiares del pescador Alejandro Carranza
La familia dice no tener confirmación, ni pruebas, de que haya muerto en el ataque contra una lancha que supuestamente transportaba droga.

En una vivienda multifamiliar del barrio Cardonales de Gaira, en una zona a las afueras de Santa Marta, la incertidumbre se mezcla con el miedo y la esperanza. Allí viven los padres, hermanos, sobrinos y los tres hijos de Alejandro Andrés Carranza Medina, el pescador samario que ha quedado en el centro de la atención nacional e internacional tras las declaraciones del presidente Gustavo Petro, quien denunció que un ciudadano colombiano habría muerto en un bombardeo ejecutado por Estados Unidos en el mar Caribe.
Al llegar, el ambiente es de nerviosismo. La familia teme hablar. “Tenemos miedo, porque nuestro apellido ha quedado expuesto ante todo el país”, confiesa una de las sobrinas, refiriéndose a la tormenta mediática que los ha envuelto en medio del conflicto diplomático entre Colombia y Estados Unidos, que enfrenta a ambos gobiernos por la versión de un ataque a una lancha que presuntamente transportaba drogas ilegales.
Una de las voces que decide romper el silencio es Lisbeth Pérez Carranza, sobrina del pescador. Entre lágrimas y con voz entrecortada, explica quién es su tío y a qué se dedicaba realmente:
“Él es pescador desde hace muchos años, toda su vida ha sido el mar. Sale a faenar por varios días, a veces hasta semanas, y no siempre hay señal para comunicarse. Por eso nosotros no podemos asegurar que haya muerto. No tenemos confirmación de nada”, afirma.
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La familia insiste en que ninguna autoridad, ni Medicina Legal ni la Fiscalía, les ha informado oficialmente sobre su muerte ni les ha mostrado pruebas de que se trate de él. Aseguran, además, que los videos difundidos en redes sociales son imprecisos y no permiten reconocer a la persona que aparece en ellos.
“Hemos visto los videos, pero no se distingue que sea él. Queremos que aclaren lo que está pasando. Nosotros tenemos la fe de que Alejandro está vivo”, añade Lisbeth.
Mientras tanto, los padres del pescador permanecen en silencio, acompañados de los tres hijos de Alejandro, que aún no comprenden del todo lo que ocurre, pero perciben la angustia de los adultos. El hogar, sencillo y cálido, se ha convertido en un refugio de oración y esperanza.
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La familia, golpeada por la exposición mediática y la falta de respuestas, pide que el Gobierno colombiano y las autoridades internacionales actúen con responsabilidad y respeto.
“Solo queremos claridad, respeto y verdad. Que nos digan la verdad sobre lo que está pasando con Alejandro”, concluyen.
El caso de Alejandro Carranza, más allá de las tensiones entre Bogotá y Washington, revela el drama humano que viven las familias de pescadores que cada día se enfrentan al mar buscando el sustento, sin imaginar que algún día podrían verse inmiscuidos en asuntos de política internacional que no alcanzar a comprender, pero que les deja una incertidumbre que no se la resuelve ninguna instancia gubernamental.