Un nuevo informe del Centro de Paz y Seguridad Externadista, de la Universidad Externado de Colombia, reveló que entre agosto de 2022 y agosto de 2025 —los primeros tres años del gobierno de Gustavo Petro— se registraron 40.663 homicidios en Colombia.
Ese total supera los 37.795 casos documentados en igual periodo del mandato del ex-presidente Iván Duque —un aumento de 2.862 asesinatos (+7,59 %)— y también rebasa los 36.646 homicidios ocurridos en los primeros tres años del segundo gobierno de Juan Manuel Santos.
El promedio anual de homicidios durante el gobierno de Petro es de 13.554, en contraste con los 12.598 del periodo Duque y los 12.215 del segundo mandato de Santos.
2024-2025: el año más sangriento desde 2014
El lapso más crítico del trienio se registró entre agosto de 2024 y agosto de 2025, cuando se documentaron 13.817 homicidios en un solo año —la cifra más alta desde 2014— lo que equivale a un asesinato cada 39 minutos.
El informe describe este comportamiento como una “meseta prolongada”, alejada del “quiebre notorio” que se esperaba con la implementación de la nueva política de “paz total”.
Caribe y Nororiente: los principales focos del repunte
El mapa de homicidios en Colombia durante estos tres años indica una reconfiguración territorial profunda. La región Caribe lidera el aumento: en ese periodo los homicidios pasaron de 6.512 a 9.382, un salto de 2.870 asesinatos adicionales.
Entre los departamentos con mayores incrementos se encuentran:
• Bolívar: +870 homicidios (+72,7 %)
• Magdalena: +811 (+95 %)
• Atlántico: +803 (+48,7 %)
• Santander: +530 (+63 %)
• Cesar: +425 (+63,3 %)
• Huila: +312 (+40,1 %)
El informe asocia estos aumentos con enfrentamientos entre grupos armados ilegales —como el Clan del Golfo (AGC), disidencias de las extintas FARC‑EP, la guerrilla ELN y bandas urbanas— así como con disputas territoriales vinculadas al narcotráfico, economías ilícitas y rutas de paso, en un contexto de debilidad institucional.
Por su parte, 13 departamentos registraron caídas en sus cifras de homicidios. Entre los descensos más notables figuran Antioquia (–1.407 asesinatos; –21,3 %), Nariño (–508; –29,6 %) y Córdoba (–230; –21,7 %) —una posible señal de desplazamientos del crimen hacia territorios vecinos.
Violencia urbana y “mesetas” territoriales
El informe evidencia que la violencia no se limita a zonas rurales o zonas históricamente conflictivas: muchas ciudades y municipios intermedios también han registrado aumentos, mientras que algunas zonas rurales lograron contener la violencia.
En la región Centro-Oriente, por ejemplo, los homicidios pasaron de 4.764 a 5.194 casos —un aumento de 430 muertes (+9,03 %).
Bogotá, figura como epicentro: pasó de 3.198 a 3.427 asesinatos (+229 casos; +7,16 %), más de la mitad del aumento regional. Durante el último año analizado, Bogotá experimentó un incremento del 14,8 %, equivalente a 162 homicidios adicionales frente al año anterior —una señal de deterioro en la violencia urbana.
El informe señala que cerca de un tercio de los homicidios nacionales provienen de grandes ciudades, aunque hay municipios rurales con tasas de asesinatos por 100.000 habitantes hasta seis veces superiores al promedio nacional.
Panorama estructural: estancamiento en la reducción de homicidios
La serie histórica analizada entre 2010 y 2024 indica que la reducción en la tasa de homicidios ha sido mínima: apenas 0,2 puntos por año. Con ese ritmo, advierte el informe, la meta de una tasa de 10 homicidios por cada 100.000 habitantes no se alcanzaría hasta la década de 2080. En ese escenario, podrían sumarse unos 250.000 muertos adicionales en las próximas dos décadas, muchos de ellos jóvenes.
Una radiografía que contradice la promesa de “Paz Total”
El documento del Centro Externadista ofrece una radiografía alarmante de la violencia homicida en Colombia. Lejos de una reducción de asesinatos —como podría esperarse tras la implementación de la política de “Paz Total” del gobierno—, los datos muestran un incremento generalizado, con recrudecimiento en la región Caribe, el Nororiente, focos urbanos y rurales, y un repunte notable en la capital.
La dispersión territorial de los homicidios y la persistencia de focos críticos evidencian una dinámica compleja de violencia. El informe sugiere que no basta un enfoque nacional homogéneo: las diferencias entre regiones implican la necesidad de intervenciones diferenciadas, focalizadas según contexto territorial, estructuras ilegales presentes y vulnerabilidad socioeconómica.
El Centro Externadista de Paz atribuye el aumento de homicidios en estos tres años a la expansión y disputa de grupos armados ilegales —incluidas disidencias, el ELN, el Clan del Golfo y bandas criminales—, a las confrontaciones por rutas del narcotráfico y a la competencia por economías ilícitas en regiones donde la presencia del Estado es limitada.
También advierte que, mientras algunos territorios redujeron sus cifras, otros experimentaron repuntes acelerados que terminaron elevando el total nacional, con focos críticos tanto rurales como urbanos.
En conjunto, estos factores explican por qué el país acumuló más asesinatos que en los trienios de los dos gobiernos anteriores. Con este panorama, el informe deja una pregunta aún más contundente: ¿cómo puede el gobierno defender avances en la “Paz Total” cuando las cifras muestran que hoy se mata más que antes?