Cuatro décadas después de la tragedia que marcó la historia reciente del país, el Centro Nacional de las Artes rendirá homenaje a las víctimas de la toma y retoma del Palacio de Justicia con una nueva temporada de La Siempreviva, una de las obras más emblemáticas del teatro colombiano.
Del 1 al 9 de noviembre, la Sala Delia Zapata será escenario de diez funciones que forman parte de la franja Somos Teatro. Las entradas están disponibles a través de Tuboleta. Escrita y dirigida por Miguel Torres, La Siempreviva es considerada un referente del arte escénico nacional.
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“Una obra que refleja un momento tremendamente histórico para el país, por los hechos ocurridos entre el seis y el siete de noviembre de mil novecientos ochenta y cinco con la toma y contratoma y retoma del Palacio de Justicia. La obra está basada en una de las personas desaparecidas en la tragedia”, dijo Miguel Torres.
Desde su estreno en 1994, ha superado el millar de presentaciones y mantiene su vigencia como una poderosa reflexión sobre la memoria, la ausencia y la búsqueda de justicia. En esta nueva temporada, volverán al escenario Carmenza Gómez, Jenny Caballero, Lorena López y el propio Torres, integrantes del elenco original.
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“Esta obra, de alguna manera, los representa a esas madres adoloridas, a esas viudas, a esas personas que nunca volvieron a ver entrar a sus hijos, a sus esposos o esposas por las puertas de sus casas. El teatro tiene eso, esa magia de remunerar, de de de de confrontar al público con esas verdades llevadas a la ficción, para que se acerquen con una luz muy especial”, explicó.
La obra se inspira en hechos reales ocurridos el 6 y 7 de noviembre de 1985, cuando el grupo M-19 irrumpió en el Palacio de Justicia en Bogotá. La respuesta militar dejó más de cien personas muertas, entre ellas once magistrados de la Corte Suprema, y varios desaparecidos, cuyas familias aún reclaman verdad.
A partir de esos sucesos, La Siempreviva narra la historia de Lucía, una madre que intenta reconstruir su vida tras la desaparición de su hija Julieta Marín, estudiante de Derecho, durante el asalto al Palacio. Ambientada en una casa de inquilinato del barrio La Candelaria, la obra traslada el horror público a la intimidad del hogar, mostrando cómo la violencia nacional se filtra en la cotidianidad.
Con más de treinta años de trayectoria, la obra sigue generando encuentros entre generaciones. Miguel Torres destaca que muchos jóvenes que no vivieron la tragedia se acercan al teatro para conocerla.