Rinoplastia: lo que no se dice de su intervención

La rinoplastia, una cirugía popular tanto por sus beneficios funcionales como estéticos, es un procedimiento relativamente indoloro. Sin embargo, para alcanzar los resultados deseados, es crucial tomar precauciones durante el periodo postoperatorio. 

El Dr. Luis Devoz, destacado cirujano plástico y miembro de la American Society of Plastic Surgeons y la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, habla de los aspectos menos mencionados de esta intervención. 

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Un aspecto fundamental es el impacto emocional que conlleva la cirugía. Según el Dr. Devoz, "algunos estudios indican que uno no mira directamente a los ojos, sino a la nariz. Esta es el centro de atención facial, por lo tanto, el paciente se enfocará más en la nariz una vez intervenida, lo que requerirá tiempo para adaptarse, aproximadamente cuatro meses". 

La hinchazón en la zona de los pómulos es común después de la rinoplastia debido a la naturaleza de la intervención. Sin embargo, con el tiempo, el rostro comenzará a reflejar la transformación esperada. 

El proceso de desinflamación puede ser prolongado, como menciona el Dr. Devoz, "después de una rinoplastia, es importante considerar que los tejidos estarán inflamados. El proceso puede durar entre seis y ocho meses, e incluso hasta un año y medio en casos de rinoplastia secundaria". 

El uso de cintas nasales después de la cirugía es crucial para una recuperación adecuada. Estas cintas ayudan a mantener la nariz en su lugar, fomentando una cicatrización correcta y reduciendo la hinchazón, lo que contribuye a definir la estructura nasal. 

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Es importante tener en cuenta que en algunos casos pueden ser necesarias cirugías de revisión debido a la imprevisibilidad de la cicatrización del cuerpo humano, lo que puede resultar en complicaciones como callos óseos, cicatrices anormales, bultos o inflamaciones que no se corrigieron durante la cirugía inicial. 

Por último, es fundamental respetar la edad adecuada para someterse a una rinoplastia, que generalmente se recomienda a partir de los quince años. Esto se debe a que a esta edad se considera que el desarrollo del macizo craneofacial y de las estructuras óseas y cartilaginosas ha finalizado, lo que permite intervenir la nariz de manera segura.