Alias "Papá Pitufo" tenía infiltrado a poderoso agente de la DEA
Diego Marín permanece detenido en Portugal a la espera de una posible extradición.

Según una investigación de la Associated Press (AP), durante casi una década, el poderoso Diego Marín, alias "papá pitufo", y José Irizarry, un agente especial de la DEA condecorado por su labor en la lucha contra el lavado de dinero, tejieron una relación de confianza, negocios y complicidad que no sólo violó las leyes estadounidenses, sino que comprometió gravemente la integridad de la agencia antidrogas más poderosa del mundo. Lo que comenzó como una supuesta colaboración entre informante y agente, se convirtió en una alianza criminal que operó con total impunidad entre Colombia, España y Estados Unidos.
“Era mi fuente más confiable, y me convertí en su protector”, reconoció Irizarry durante una entrevista con la AP, tras ser condenado en 2020 por lavado de dinero, fraude bancario y corrupción. La relación con Marín no fue un accidente: fue cultivada cuidadosamente en fiestas, cenas privadas, regalos caros y viajes pagados con fondos del narcotráfico.
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Cómo se conocieron
En 2011, Irizarry fue asignado a la oficina de la DEA en Cartagena, una de las regiones más estratégicas para la interdicción de cargamentos de droga. Fue allí donde conoció a Diego Marín, entonces un nombre sospechoso, pero no oficialmente acusado, con una larga historia de vínculos con el cártel de Cali y empresas de fachada.
La DEA tenía a Marín en su radar desde la década de 1990, pero nunca logró llevarlo ante la justicia. Su habilidad para evitar condenas y la falta de evidencia directa lo convirtieron en el tipo de objetivo ideal para convertir en informante, y eso fue exactamente lo que hizo Irizarry. Bajo el argumento de que podía obtener “información valiosa” de él, Irizarry logró que sus superiores autorizaran la colaboración de Marín como fuente confidencial.
Pero esa relación rápidamente dejó de ser profesional para transformarse en una sociedad secreta.
Dinero, relojes, mujeres y un anillo de Tiffany
Con acceso privilegiado a operaciones encubiertas, Irizarry comenzó a desviar fondos de cuentas controladas por la DEA. Usó su autoridad para justificar transferencias de dinero destinadas supuestamente a operaciones de lavado, pero que en realidad iban directo a las manos de Marín y su red.
A cambio, Marín le pagaba generosamente. Según documentos judiciales, le regaló relojes Hublot, un apartamento de 750.000 dólares en Cartagena, boletos de primera clase, y fiestas a bordo de yates en el Caribe. Incluso le compró un anillo de Tiffany & Co. para su esposa, con quien viajaba frecuentemente en jets privados financiados por el narco.
“Él me cuidaba y yo lo cuidaba”, confesó Irizarry. “Era un juego muy divertido”.
Uno de los métodos favoritos de ambos era el abuso de la figura legal conocida como AGEO (Attorney General Exempt Operation), que permitía canalizar dinero incautado en operaciones reales para financiar investigaciones. Marín e Irizarry usaban esa cobertura para mover fondos sin rendición de cuentas, y justificar viajes o gastos que jamás fueron auditados.
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Fiestas y corrupción disfrazadas de operaciones encubiertas
La operación “White Wash”, lanzada formalmente por la DEA como una iniciativa para infiltrar y desmantelar redes internacionales de lavado de activos, fue el escudo perfecto para encubrir su asociación criminal. Con 19 millones de dólares extraviados, apenas cinco condenas reales y más de 100 arrestos sin sustento judicial, la operación fue calificada internamente como un fracaso maquillado.
Videos y fotos revelados por AP muestran a Marín e Irizarry celebrando juntos en Madrid, en fiestas con prostitutas, reguetón a todo volumen, y mesas llenas de licor, rodeados de otros agentes que, según la investigación, miraban para otro lado o participaban activamente.
Incluso en Las Vegas, Irizarry utilizó fondos de la DEA para llevar a su esposa y a otros agentes a un casino de lujo, donde gastaron decenas de miles de dólares mientras se hacían pasar por participantes de una operación encubierta.
Una red de protección institucional
Lo más perturbador del caso no es sólo la traición personal de un agente federal, sino el silencio cómplice de sus colegas y superiores. A pesar de múltiples señales de alerta—desvíos de fondos, gastos no justificados, cambios de estilo de vida—nadie dentro de la DEA actuó para frenar a Irizarry ni investigó la procedencia de los recursos.
Tampoco se persiguió judicialmente a los otros agentes que participaron en fiestas o viajes financiados por Marín. “Todo el mundo sabía que algo pasaba, pero nadie quería ver”, dijo un exfuncionario bajo condición de anonimato a la agencia.
¿Dónde está Diego Marín?
Marín fue arrestado en 2023 en España por contrabando, pero logró salir bajo fianza y actualmente se encuentra prófugo, solicitando asilo político en Portugal, país con el que Colombia no tiene tratado de extradición. Aunque fue señalado de intentar financiar ilegalmente la campaña de Gustavo Petro, hasta ahora no enfrenta cargos formales en Estados Unidos ni ha sido requerido por la justicia.
Mientras Irizarry cumple una condena de 12 años en prisión federal, su exsocio sigue libre, beneficiado por los mismos vacíos institucionales que supo explotar durante más de dos décadas.