León XIV vislumbra una Iglesia humilde, mensajera de fe y con Jesucristo más que un "superhombre"
En la primera misa de su pontificado, el papa León XIV pronunció un llamado hacia una iglesia cercana a la gente.

En una atmósfera de recogimiento y solemnidad, el papa León XIV presidió esta mañana su primera misa como Sumo Pontífice en la Capilla Sixtina, ofreciendo una homilía profundamente espiritual y llena de desafíos para la Iglesia y el mundo.
Con palabras firmes pero serenas, el nuevo papa delineó la hoja de ruta de su pontificado, centrada en la fidelidad a Cristo, la humildad del servicio y la urgencia de una evangelización renovada en un mundo que oscila entre la indiferencia y el rechazo abierto a la fe cristiana.
Lea también: El papa León XIV ofició primera misa de su pontificado, en la Capilla Sixtina.
En su mensaje, León XIV subrayó que la Iglesia debe seguir siendo camino de salvación, pero “no desde la magnificencia de sus estructuras, sino desde la santidad de sus miembros”. Afirmó que el verdadero poder de la Iglesia no radica en sus monumentos o en su historia institucional, sino “en ser un faro que ilumina las noches del mundo”.
El papa alertó contra una fe superficial, propia de contextos donde Cristo es reducido a un mero personaje carismático. “También hoy no faltan contextos en los que Jesús, aunque estimado como ser humano, es reducido al papel de líder o superhombre”, advirtió. Y añadió que esta visión se encuentra incluso “entre muchos bautizados, que acaban viviendo en un ateísmo de facto”.
El diagnóstico del pontífice sobre el mundo contemporáneo fue directo y sin concesiones. Describió sociedades donde la fe es vista como una debilidad, y donde se prefieren “salvaguardas como la tecnología, el dinero, el éxito o los placeres”. En esos entornos, dijo, los creyentes son “ridiculizados, perseguidos, o tratados con lástima”.
No obstante, allí mismo, en medio de esa hostilidad, dijo que se encuentra el “campo misionero urgente” de nuestro tiempo, “porque la falta de fe conlleva tragedias: la pérdida del sentido de la vida, el olvido de la misericordia, la violación de la dignidad humana, la crisis de la familia…”.
Vea después: Robert Prevost es el nuevo papa León XIV de la Iglesia Católica.
El nuevo obispo de Roma también habló de sí mismo con palabras que evocaron una espiritualidad profundamente ignaciana: “Desaparecer para que Cristo permanezca, hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado”.
Consciente del peso de su nueva misión, el Papa se encomendó a la Virgen María y evocó las palabras de san Ignacio de Antioquía para describir el ideal del servicio eclesial como una entrega cotidiana, silenciosa, perseverante: “El compromiso indispensable de todos los que ejercen el ministerio de autoridad en la Iglesia”.