Después de 40 días de parálisis federal, los senadores de Estados Unidos alcanzaron el domingo un acuerdo bipartidista destinado a poner fin al prolongado cierre del gobierno.
El pacto, impulsado por un grupo de demócratas moderados y republicanos, obtuvo una votación inicial de 60 a 40 en el Senado, superando el primer obstáculo procedimental. Si la medida es aprobada definitivamente, deberá pasar por la Cámara de Representantes y luego ser firmada por el presidente Donald Trump antes de convertirse en ley y reabrir el gobierno federal, un proceso que aún podría tardar varios días.
El texto incluye un paquete conocido como “minibus”, compuesto por tres proyectos de ley de asignaciones anuales que garantizan la financiación de departamentos clave —entre ellos el de Agricultura— hasta el final del año fiscal próximo, y una resolución continua que mantiene el resto de las operaciones del gobierno hasta el 30 de enero. Además, asegura el financiamiento total del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP), conocido anteriormente como cupones de alimentos, hasta septiembre de 2026, un punto crucial en las negociaciones.
Fuentes legislativas señalaron que el acuerdo revierte los intentos de Trump de despedir a empleados federales durante el cierre, una medida que el presidente buscaba ejecutar mediante notificaciones de “reducción de personal” (RIF). Sin embargo, los demócratas cedieron terreno en un tema clave: el texto no incluye la extensión de los subsidios de la Ley de Cuidado de Salud Asequible (ACA), que expiran próximamente. A cambio, el liderazgo republicano se comprometió a permitir una votación en diciembre sobre una ley que podría renovar los créditos fiscales, aunque sin garantías de aprobación.
“Después de 40 largos días, tengo la esperanza de que finalmente podamos poner fin a este cierre”, dijo el líder de la mayoría del Senado, John Thune, quien describió la situación de los trabajadores federales como “verdaderamente precaria”, debido a los retrasos en los pagos y las interrupciones en aeropuertos.
El acuerdo fue negociado por los senadores Jeanne Shaheen, Maggie Hassan y Angus King, con el visto bueno de la Casa Blanca. Ocho demócratas votaron a favor, entre ellos Catherine Cortez Masto, Dick Durbin, John Fetterman, Tim Kaine y Jacky Rosen.
División entre los demócratas
Pero el consenso en el Senado dista de ser total. El líder de la minoría demócrata, Chuck Schumer, se opuso al texto, denunciando que “por culpa de los republicanos, los estadounidenses sufrirán enormemente a medida que esta crisis de atención médica empeore”. Otros demócratas como Chris Murphy y Rubén Gallego también rechazaron la medida. “No le daré la espalda a los 24 millones de estadounidenses que verán duplicarse sus primas si no extendemos los créditos fiscales”, advirtió Gallego.
En contraste, Tim Kaine defendió su voto favorable: “Este acuerdo garantiza una votación para extender los créditos fiscales de la ACA, algo que los republicanos se negaban a hacer. Si no lo hacen, el pueblo sabrá juzgar en las urnas”.
Jeanne Shaheen, autora de un proyecto de extensión permanente de los subsidios, sostuvo que el acuerdo actual “era el único sobre la mesa y la mejor oportunidad para reabrir el gobierno e iniciar negociaciones serias sobre los créditos fiscales de salud”.
Fuera del Senado, la reacción demócrata fue inmediata. El congresista Ro Khanna acusó a Schumer de haber perdido liderazgo, mientras que Mikie Sherrill, recién elegida gobernadora de Nueva Jersey, advirtió que el pacto “hará que los residentes de mi estado paguen mucho más por su atención médica”.