Carney busca acuerdo con EE. UU. tras amenaza de aranceles del 35 %
El presidente Trump justificó el alza de aranceles como respuesta al tráfico de fentanilo.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, advirtió que impondrá un arancel del 35 por ciento a todos los productos canadienses a partir del 1 de agosto si Canadá no accede a sus exigencias comerciales, en un nuevo episodio de tensiones bilaterales que amenaza con escalar. El anuncio se produjo a través de una carta enviada al primer ministro canadiense, Mark Carney, y publicada por el propio Trump en su red Truth Social.
“No habrá aranceles si Canadá, o las empresas de su país, deciden fabricar productos dentro de Estados Unidos”, escribió el mandatario.
La carta generó una rápida reacción por parte de Ottawa. Carney confirmó la recepción del mensaje y respondió públicamente que “Canadá seguirá negociando hasta la fecha límite revisada del 21 de julio”, pero advirtió que el país también “está fortaleciendo nuestras asociaciones comerciales en todo el mundo”.
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Una escalada con múltiples frentes
Trump justificó su amenaza alegando que Canadá no ha hecho lo suficiente para frenar el flujo de fentanilo hacia Estados Unidos, a pesar de que los datos oficiales indican que la mayor parte de esta droga entra por la frontera sur, no desde el norte. Aun así, el presidente ha mantenido esta narrativa desde que fue reelegido en noviembre, usándola como argumento para políticas arancelarias más severas.
La respuesta canadiense no se hizo esperar. Carney afirmó que su país ha logrado “progresos vitales” para detener el tráfico de fentanilo, y reafirmó su compromiso de trabajar con Washington para proteger vidas en ambos lados de la frontera.
Además del tema de las drogas, Trump mencionó como “irritantes” el sistema de gestión de suministros agrícola canadiense y anunció que también podría imponer un arancel del 50 % sobre el cobre proveniente de Canadá. Según datos federales, el 52 % del cobre canadiense exportado en 2023 fue enviado a Estados Unidos.
Un marco comercial bajo presión
Actualmente, Estados Unidos impone un arancel del 25 % a productos canadienses que no cumplen con el T-MEC, mientras que productos como la potasa y la energía gozan de una tarifa reducida del 10 %. Según un funcionario de la administración Trump citado por CBC News, el nuevo arancel del 35 % no se aplicaría a los productos que cumplen con el acuerdo comercial trilateral, aunque matizó que “el presidente aún no ha tomado una decisión definitiva”.
Mientras tanto, el gobierno canadiense intenta prepararse para un posible escenario de confrontación. Ottawa anunció una inversión de 1.300 millones de dólares en seguridad fronteriza y nombró un “zar del fentanilo” para abordar las preocupaciones expresadas por la Casa Blanca.
La ministra de Asuntos Exteriores, Anita Anand, declaró desde Malasia —donde participa en la cumbre de la ASEAN— que "aún tenemos la esperanza de que se pueda llegar a un acuerdo" antes del 21 de julio.
Por su parte, el líder conservador Pierre Poilievre calificó la amenaza como “injustificada” y pidió unidad nacional frente a la presión estadounidense:
“Todos los canadienses debemos unirnos para defender nuestra economía. Los conservadores estamos dispuestos a hacer todo lo posible para lograr el mejor acuerdo para Canadá”.
Desde el sector sindical, la presidenta de Unifor, Lana Payne, que representa a 320.000 trabajadores de industrias clave como el acero y el sector automotriz, calificó la amenaza de Trump como “extorsión”:
“Los trabajadores cuentan con nuestro gobierno para defender sus empleos. Las concesiones no detendrán a un abusador, pero la fuerza colectiva sí”.
Un patrón repetido
La carta a Canadá forma parte de una ofensiva más amplia. Apenas un día antes, Trump había enviado misivas similares con amenazas arancelarias a otros países, entre ellos Brasil, Filipinas, Moldavia, Libia, Irak y Sri Lanka.
La tensión con Canadá también aumentó la semana pasada, cuando el gobierno de Justin Trudeau derogó su impuesto a los servicios digitales, medida que Trump exigía eliminar, y que había llevado a una suspensión de las negociaciones comerciales por parte de Estados Unidos.
La comunidad internacional observa con atención esta nueva ofensiva comercial, mientras Ottawa busca evitar un nuevo choque económico que podría costarle miles de empleos y afectar sectores estratégicos como el cobre, la automoción y la energía.