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Así tratan en Europa los desechos sanitarios de la COVID-19

La OMS advirtió de los riesgos para la salud de un mal manejo de los desechos sanitarios en esta pandemia.

Publicado:
Actualizado:
Miércoles, Mayo 6, 2020 - 21:56
Desechos de COVID-19
Desechos de COVID-19
AFP

Mascarillas, guantes y otra basura contagiosa de hospitales y hogares generada por miles de toneladas en todos los países del mundo que hoy enfrentan la pandemia de la COVID-19, empiezan a socavar las cadenas de reciclaje y desbordan las capacidades de las plantas procesadoras de esos residuos.

Antes de la pandemia, sólo un 15 % de los desechos hospitalarios mundiales se consideraban peligrosos: un 10 % por su carga infecciosa y un 5 % por sus componentes químicos o radiactivos, según datos de un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2018.

En España, por ejemplo, los desechos más peligrosos como los medicamentos citoestáticos o citotóxicos, tienen como destino la incineración en plantas especializadas y los infecciosos son normalmente sometidos a esterilización.

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Pero en ese país, que es el cuarto en el mundo con más fallecidos por la pandemia, la situación ha multiplicado exponencialmente el porcentaje de residuos infecciosos no sólo generados por hospitales y centros de salud, sino también por residencias de ancianos, hoteles medicalizados y viviendas.

En Madrid y Cataluña, las dos regiones más afectadas, sólo los residuos del circuito sanitario aumentaron un 300 y 350 %, respectivamente. Una orden del Ministerio de Sanidad del 19 de marzo dio prioridad a la incineración para la destrucción de la basura urbana que pueda llevar elementos contagiosos y permitió habilitar almacenamientos temporales o usar hornos de cementeras para ayudar a las empresas que habitualmente gestionan residuos sanitarios a absorber el excedente.

España dispone sólo de 11 plantas incineradoras de basura urbana, cuatro de ellas en Cataluña y sólo una en Madrid, las dos regiones más pobladas y más afectadas por la COVID-19. La primera optó por la quema expeditiva de los residuos hospitalarios y la segunda los sigue acumulando.

Entre mediados de marzo y mediados de abril, el peor mes de la pandemia en España, la basura de la COVID aumentó a 1.200 toneladas en la región de Cataluña, según datos de la Agencia Catalana de Residuos (ACR).

“Las plantas autorizadas para tratarlos quedan saturadas, no dan abasto con tanta generación como hay en hospitales y hoteles medicalizados. En Cataluña descartamos el almacenamiento y acordamos que los residuos se incineren en tres plantas de basura urbana”, dijo el director de la ACR, Josep María Tost.

Basura mezclada

Equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) han asesorado a más de 350 residencias de ancianos en toda España, la mayoría con visitas presenciales.

“Lo que les enseñamos es muy básico. Lo primero que les pedimos es que localicen un área dentro del centro donde puedan almacenar estos residuos. Antes de sacarlos a los contenedores, le recomendamos que como mínimo les pongan una doble bolsa”, dijo la coordinadora de emergencias de MSF Montserrat Bartuí.

“Y les decimos que la persona que está trabajando en la zona contaminada no sea la misma que llega al contenedor de desechos”.

Pero antes de la pandemia, Europa implantaba un programa de acción para limitar la incineración a los materiales no reciclables y reducir progresivamente lo que se arroja a vertedero, para que sólo lleguen a él basuras no recuperables.

“Todo cambio en esta dirección debe ser conforme con la legislación de la UE en materia de residuos, ha de ser necesario y proporcionado para proteger la salud humana y limitarse a los ámbitos y los plazos estrictamente necesarios para responder al riesgo (…) tratando de mantener el objetivo general de la recogida selectiva y el reciclado”, instruyó la Comisión Europea el 14 de abril.

“Cuando los Estados miembros decidan autorizar excepcionalmente procesos de tratamiento alternativos para los residuos médicos (…) deben garantizar que cuando esos procesos presenten un resultado medioambiental menos beneficioso que la práctica habitual, su uso se limite en el tiempo a lo estrictamente necesario para solventar las carencias detectadas en la capacidad de almacenamiento y tratamiento”, demandó.

El conjunto de la UE recuperó en 2016 el 53,3 % de su basura, según datos de Eurostat. España estaba por debajo de esa media, con un 46,4 % de residuos recuperados. Pero la COVID-19 ha obligado incluso a países con mayor capacidad recuperadora como Italia (83%) a priorizar la quema de los residuos, algo común en epidemias como el ébola en países africanos y aconsejado por la OMS en la primera respuesta a una catástrofe o emergencia.

Al comienzo de la pandemia, se planteó un debate en la asociación europea de gestoras de residuos sobre cómo articular “circuitos diferenciados para los hogares con COVID, por ejemplo sacando sus residuos en bolsas rojas o amarillas, pero lo descartamos porque podía ser perjudicial desde el punto de vista de la discreción y generar problemas entre vecinos”, explicó el director de la ACR. “El sentido común nos pide que seamos prácticos y acordamos el circuito de las tres bolsas”, añadió. 

Salud vs. medioambiente

En su último informe “Safe Management of Waste from Health Care Activities", actualizado en 2018, la OMS advirtió de los riesgos para la salud que entraña un manejo incorrecto de los desechos sanitarios “a través de la liberación al medio de patógenos y contaminantes tóxicos”.

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“Si no están bien construidos, los vertederos pueden contaminar el agua de bebida” y, en el caso de la incineración “si no es total o si se incineran materiales que no se prestan a este tipo de tratamiento, se liberan a la atmósfera agentes contaminantes, así como cenizas residuales”.

Cuando los productos quemados contienen cloro, “estos pueden liberar dioxinas y furanos, sustancias que son cancerígenas para el ser humano” y si contienen componentes metálicos, “pueden provocar la dispersión en el medio de metales tóxicos”.

El informe también concluye que “solo las incineradoras modernas que operan a temperaturas de entre 850 y 1.100 °C y cuentan con un sistema especial de depuración de gases pueden cumplir las normas internacionales de emisiones por lo que respecta a dioxinas y furanos”.

Fuente:
EFE