Sandalias de lujo, origen humilde: la controversia que obligó a Prada a rendir cuentas en la India
Prada inicia diálogo con artesanos de Kolhapuri tras controversia por sandalias de cuero, ¿respeto cultural o apropiación?

Cuando Prada presentó su colección de primavera-verano, no imaginaba que un par de sandalias de cuero marrón desataría una controversia global que derivaría en una propuesta de colaboración sin precedentes. El evidente parecido con las ‘Kolhapuri chappals’, calzado tradicional de la India, colocó a la firma italiana en el centro de una denuncia por apropiación cultural.
Tras semanas de tensión, Prada confirmó a EFE que iniciará un diálogo con los artesanos, en un desenlace que pone a prueba los límites entre inspiración y respeto.
El inicio de la polémica
Todo comenzó a principios de junio, cuando Prada presentó en Milán su colección masculina para 2026. Entre los modelos figuraba uno que muchos reconocieron de inmediato: el parecido con las Kolhapuri, originarias de Maharashtra y Karnataka, era innegable.
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Las redes sociales en la India reaccionaron con fuerza. Hubo acusaciones de apropiación cultural y exigencias de reconocimiento a los artesanos. La semana pasada, un experto en propiedad intelectual presentó una demanda de interés público ante el Tribunal Superior de Bombay, argumentando que el diseño no solo ignoraba una tradición, sino que podría violar una protección legal vigente desde 2019.
Más que diseño, cultura
Las Kolhapuri nacieron en los talleres de artesanos de Maharashtra. Se confeccionan a mano, sin clavos, con cuero curtido vegetalmente, y sus diseños varían por región. Su uso cotidiano, adaptado al clima y a la tierra, les otorgó en 2019 el sello de Indicador Geográfico (IG), similar al que protege productos como el champán francés.
Para la diseñadora india Rina Singh, la moda del país debe ir más allá de la defensa legal. Asegura que las culturas no deben encerrarse ni blindarse, sino ser fuentes vivas de inspiración e intercambio. Sin embargo, reconoce que Prada debió haber hecho una referencia explícita desde el inicio: "La creatividad no tiene pasaporte, pero el respeto sí debe tener raíces", declaró a EFE.
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Desde otro ángulo, Laila Tyabji, fundadora de la ONG Dastkar, considera la polémica comprensible. Señala que la India solo aprecia el valor de sus tradiciones cuando un país extranjero las convierte en tendencia.
En los márgenes del lujo
En las calles de Nueva Delhi, las Kolhapuri se venden entre 800 y 1.000 rupias (unos 8 a 11 euros). Deepak, dueño de una tienda en el mercado de Janpath, criticó el precio elevado del modelo de Prada, al que considera perjudicial para los artesanos. A pesar de ello, reconoció que el interés ha aumentado y que las ventas han subido.
A la entrada de su local, una chappal de tamaño gigante recibe a los clientes. "Sí, vienen más personas preguntando por estas sandalias por lo de Prada, pero mantenemos los precios", afirmó.
Un giro inesperado: de la acusación al diálogo
Tras la presión, Prada confirmó este fin de semana una reunión con la Cámara de Comercio de Maharashtra. En un comunicado enviado a EFE, la firma anunció que su equipo se encontrará con fabricantes con aprobación IG, abriendo la puerta a una posible colaboración.
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Con esta decisión, Prada ofrece una validación tácita del Indicador Geográfico y responde a las demandas de artesanos y activistas. Para algunos, se trata de celo patriótico; para otros, de justicia cultural. En cualquier caso, el episodio refleja cómo la India emergente busca asegurar que su herencia tenga un lugar reconocido en las conversaciones globales sobre la moda.