¿Estamos obligados a perdonar a todo el mundo? Esto dicen los expertos
Especialista indicaron que esa decisión es un ejercicio individual y que no hay una obligación de perdonar a todo el mundo.

En el programa Bienestar FM, se abordó el tema del perdón a partir de distintas perspectivas y experiencias personales. La conversación giró en torno a la idea de que socialmente se ha instalado la creencia de que siempre se debe perdonar, como si se tratara de una obligación. Sin embargo, varios planteamientos cuestionaron esta visión.
Durante el diálogo, se destacó que muchas veces se confunde el acto de perdonar con justificar, olvidar o incluso reconciliarse con la persona que causó daño. Se aclaró que no necesariamente estos elementos deben ir unidos. El perdón fue descrito como un proceso de tomar y soltar, más relacionado con la paz interior que con la reparación externa.
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La mirada psicológica y las claves del proceso
En diálogo con Bienestar FM, la doctora Sonia Camargo, psicóloga social de la Universidad Manuela Beltrán, reforzó la idea de que esa decisión es un ejercicio individual y que no hay una obligación de perdonar a todo el mundo.
"De entrada creo que el error está en el concepto sobre el perdón, porque nos han hecho pensar que el perdón es un proceso exterior, es decir, que yo tengo que perdonar hacia el afuera, a la persona, a la familia, al que me lastimó, al que me hirió. Y ahí ya empezamos con un error, porque es que el perdón debe estar actuado de manera interna", dijo.
Indicó que "el perdón es un proceso que nos permite finalmente liberarnos de esa situación generadora de estrés, de tensión, de ansiedad, de dolor. Está acompañado con una serie de emociones, pero el perdón es un proceso para nosotros y nosotras mismas".
La especialista señaló que ese proceso ayuda a liberarse del dolor, la ansiedad y la tensión, y que no siempre va acompañado de la reconciliación.
Camargo subrayó que perdonar no significa olvidar ni mucho menos justificar el daño recibido. Insistió en que cada caso es único y que el verdadero indicador de que alguien ha perdonado es cuando ya no siente hostilidad, odio ni deseos de venganza hacia la persona que lo hirió.
La especialista detalló que en el perdón intervienen tres dimensiones: la motivación para decidir alejarse o permanecer en una relación; lo cognitivo, es decir, lo que se piensa sobre la situación; y la conducta, que define cómo actuar frente al conflicto. En algunos casos puede ser útil un diálogo directo, mientras que en otros la distancia es la mejor opción.
También se habló de la influencia de la cultura y las creencias, como la idea bíblica de “poner la otra mejilla”. Para la psicóloga, no se trata de endiosar los conflictos ni de imponer fórmulas universales, sino de respetar los límites individuales y reconocer que cada persona tiene recursos emocionales distintos.
"El concepto no es que yo perdono al otro, o que el perdón tenga que estar acompañado del olvido. El perdón no tiene que estar acompañado del olvido, pero sobre todo el perdón no tiene que estar acompañado de la reconciliación. Una cosa es la relación que yo tengo hacia afuera con el otro, con la otra persona que me lastimó o que me dañó, pero no necesariamente siempre tengo que reconciliarme en esa relación. El perdón es un proceso hacia adentro", manifestó.
En cuanto a la infancia, la experta enfatizó la necesidad de promover crianzas positivas y evitar que el castigo físico o psicológico sea presentado como actos de amor que luego exijan perdón. Recordó que los niños suelen tener una capacidad diferente para soltar y continuar, pero que ello no justifica la normalización de la violencia.
"No podemos decir que hay como una un manual, un paso a paso específico, ya que cada situación definitivamente es particular, pero el perdón tiene elementos distintos. Hay unos elementos que tienen que ver con la motivación primero y la motivación es: ¿cuáles son los motivos que yo tengo para hablarte o no hablarte? ¿Cuáles son los motivos que yo tengo para no volver a hablarte o sí o hacerlo?", aseveró.
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Finalmente, el espacio concluyó con una reflexión: no existe la obligación de perdonar. Cada individuo debe decidir hasta dónde avanzar en ese proceso, priorizando siempre su bienestar emocional y evitando cargas que puedan afectar la salud mental o física.