Mi pobre angelito es una de las películas navideñas más populares y, más de 30 años después de su estreno, continúa presente en diciembre para miles de espectadores. Su historia no solo convirtió a Macaulay Culkin en un referente de la temporada, sino que también posicionó la casa de los McCallister como un lugar que muchos identifican de inmediato, incluso sin volver a ver la cinta.
Mi pobre angelito y el lugar donde se grabó
La casa real está ubicada en 671 Lincoln Avenue, en el suburbio de Winnetka, Illinois. Allí se grabaron varias de las escenas más recordadas de la película, en las que Kevin se queda solo durante las fiestas y termina enfrentando a dos ladrones. En la segunda entrega, el personaje vuelve a encontrarse con los mismos delincuentes tras escapar de la carcel, aunque esta vez el escenario cambia a Nueva York.
Desde el estreno, la fachada llamó la atención del público. Surgieron preguntas sobre cómo la familia McCallister podía vivir en una casa tan grande y famosa por su diseño de estilo gregoriano. Sin embargo, la realidad del rodaje fue diferente a lo que muchos espectadores asumieron sobre los interiores.
Lo que realmente se usó en la casa de Mi pobre angelito
La casa fue construida en 1921 y tiene cerca de 836 metros cuadrados, con cinco dormitorios, seis baños y varios espacios amplios. A pesar de esto, la producción decidió recrear la mayoría de escenas interiores en un estudio. Esto permitió adaptar los espacios a las necesidades del rodaje sin modificar la estructura real.
Aun así, algunas partes de la vivienda sí fueron utilizadas para la filmación. Entre ellas, la escalera principal, gran parte del primer piso, el sótano y el ático. La escena de Kevin deslizándose por la baranda se grabó en este lugar, lo que la convierte en una secuencia auténtica dentro de la locación.
En contraste, la casa del árbol que aparece en el patio trasero no pertenecía a la propiedad original. Fue construida exclusivamente para el rodaje y desmontada cuando terminaron las grabaciones.
La convivencia durante el rodaje
Los dueños originales, John y Cynthia Abendshien, vivían en la casa cuando la producción llegó en 1990. Durante cinco meses convivieron con el elenco y el equipo técnico, quienes utilizaron varias áreas a diario. La familia permitió el ingreso constante a su hogar, lo que facilitó la logística del proyecto.
Con el paso del tiempo, los Abendshien notaron cómo la casa comenzó a recibir visitantes. Muchos querían ver el exterior que se volvió emblemático en la cultura popular y que, con los años, se convirtió en una parada turística espontánea.
Ventas y remodelaciones posteriores
En 2012 la propiedad fue vendida por cerca de 1.58 millones de dólares. Luego, en mayo de 2024 volvió a cambiar de dueños, esta vez por 5.5 millones de dólares, después de una remodelación completa. Los nuevos propietarios, identificados como la familia Johnson, emprendieron una transformación amplia del espacio.
Entre los cambios más significativos se encuentran un cine privado, una cancha deportiva cubierta, una cocina de chef, un gimnasio y un garaje con capacidad para tres vehículos. Estas modificaciones hicieron que el interior adoptara una apariencia muy distinta a la que recuerdan quienes crecieron viendo la película.
Comparaciones con la película y su aspecto actual
En redes sociales circulan fotografías recientes de la propiedad que han generado comentarios entre seguidores. Muchos comparan cómo luce hoy con lo que observaban en la pantalla, aunque la mayor parte de esas diferencias se explican porque las escenas interiores nunca fueron grabadas allí. Incluso en 1990, los interiores reales no coincidían con lo mostrado en la cinta.
Los Johnson optaron por un diseño minimalista, con paredes blancas y espacios abiertos. A pesar de los cambios, decidieron conservar la escalera principal, uno de los elementos más reconocibles y que se mantiene intacto para quienes identifican la película solo con ver ese detalle.
El interés continuo por la casa de Mi pobre angelito
Aunque la casa no está abierta al público, sigue recibiendo visitantes que se acercan para verla desde el exterior. Durante diciembre, el flujo de curiosos aumenta, especialmente entre quienes desean fotografiar la fachada y compartirla en redes sociales.
La propiedad se mantiene como un símbolo de la película y un lugar que forma parte de la memoria colectiva. Con su historia, sus transformaciones y el impacto que ha tenido en varias generaciones, la casa sigue siendo un punto de referencia ligado a la temporada navideña y a una de las películas más recordadas del cine familiar.