Vaticano refuerza seguridad en la Capilla Sixtina para el cónclave que elegirá al nuevo Papa
El Vaticano garantiza la integridad de uno de los ritos más solemnes de la Iglesia Católica.

A pocos días del inicio del cónclave que definirá al sucesor del Papa Francisco, el Vaticano intensifica las labores de seguridad y aislamiento para garantizar el hermetismo absoluto de un proceso que, por tradición y ley, debe permanecer en total confidencialidad.
El miércoles por la tarde comenzará oficialmente el encierro de los 133 cardenales electores, quienes permanecerán incomunicados en la Capilla Sixtina mientras se desarrollan las votaciones. Para ello, el Vaticano desplegó un operativo logístico y técnico que involucra a más de 40 profesionales y refuerzos externos.
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Silvio Screpanti, subdirector de la Sección de Infraestructuras de la Santa Sede, explicó que la prioridad fue asegurar dos aspectos clave: el aislamiento físico de los cardenales y la desconexión tecnológica total de los espacios involucrados. En la Casa Santa Marta y el Colegio Etíope, donde residirán los purpurados, se han instalado tabiques y sellado accesos y ventanas para evitar cualquier tipo de contacto con el exterior.
Uno de los puntos más sensibles es la Capilla Sixtina, epicentro del cónclave. Allí, los sistemas electrónicos fueron completamente desactivados, incluyendo cámaras y sensores turísticos instalados en los últimos años. Además, los técnicos han verificado que no haya dispositivos de grabación ocultos, como lo exige la normativa vaticana.
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El día previo al encierro, el personal especializado sellará con plomo cerca de 80 accesos en el perímetro del cónclave, una tradición que refuerza el carácter cerrado y seguro del proceso. También se cubrirán las ventanas cercanas del Palacio Apostólico para evitar cualquier intento de observación desde el exterior.
A pesar del aislamiento, el Vaticano contará con un equipo técnico de 12 personas, electricistas, fontaneros y encargados logísticos, que permanecerán disponibles para garantizar el funcionamiento básico de los sistemas. Todos ellos han prestado juramento de confidencialidad.
Con estas medidas, el Vaticano se asegura de mantener la integridad de uno de los ritos más solemnes de la Iglesia Católica. Bajo la vigilancia simbólica del Juicio Final de Miguel Ángel, todo está listo para que el mundo, una vez más, mire al cielo de Roma en espera del humo blanco.