Llegada masiva de monjas al Vaticano en la víspera del cónclave; ¿cuál será su papel en la elección del papa?
Las religiosas expresaron su deseo de ser escuchadas, valoradas y visibilizadas en el futuro de la Iglesia.

Aunque no tienen voto en el cónclave que definirá al próximo líder de los 1.400 millones de católicos en el mundo, casi 900 superioras de órdenes religiosas femeninas se congregaron este lunes en Roma, a pocos kilómetros del Vaticano, para trazar el rumbo de la vida consagrada femenina y reflexionar sobre el legado del papa Francisco.
La reunión, que forma parte de la asamblea plenaria de la Unión Internacional de Superioras Generales, se da en coincidencia con la apertura del cónclave, previsto para este miércoles. A pesar de estar excluidas del proceso de elección papal —un derecho reservado exclusivamente a varones ordenados—, las religiosas expresaron su deseo de ser escuchadas, valoradas y visibilizadas en el futuro de la Iglesia.
“Debemos estar vigilantes y hacer nuestra parte para mantener viva esa llama de renovación de la Iglesia”, dijo la hermana Mary Barron, presidenta de la organización anfitriona, ante cientos de líderes religiosas llegadas de todos los continentes. Su llamado se centró en profundizar el espíritu sinodal promovido por Francisco, y en orar para que los cardenales acierten en la elección de un sucesor alineado con esa visión.
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La asamblea cuenta con la presencia de figuras clave como la hermana Nathalie Becquart, subsecretaria del Sínodo de los Obispos y primera mujer con derecho a voto en ese organismo vaticano, nombrada en 2021 por el propio Francisco. “Tal vez seas cardenal o una hermana joven, todos juntos estamos llamados a ser protagonistas para llevar adelante la misión de la Iglesia”, declaró Becquart a la agencia AP.
La influencia creciente de las mujeres en el Vaticano, aunque aún limitada, ha sido uno de los sellos del pontificado de Francisco. El nombramiento de Becquart y de Sor Raffaella Petrini como secretaria general del Estado Vaticano han sido vistas como señales concretas de que el liderazgo femenino puede llegar a niveles más altos, incluso en una estructura marcadamente clerical.
Desde Zambia, la hermana Delphine Kalisha, de las Hermanas de la Misericordia, expresó que estos gestos del pontífice “nos han dado esperanza para las mujeres en la Iglesia”. Esa esperanza, sin embargo, convive con preocupaciones concretas, como el descenso de vocaciones religiosas incluso en regiones tradicionalmente fértiles como África, y la persistente desigualdad de género en los espacios de decisión.
Las sesiones de trabajo iniciales abordaron temas urgentes como las guerras, la migración, la trata de personas, el cambio climático y la desigualdad económica, asuntos que las órdenes femeninas enfrentan diariamente a través de su labor en salud, educación y asistencia social. En palabras de la hermana argentina Graciela Trivilino, directora de las Hermanas Franciscanas de Bonlanden, el desafío es “llevar el Evangelio a los hechos concretos de la vida cotidiana”.
En la isla de Sicilia, la hermana María Agnese Ciarrocco, de las Hermanas de los Pobres, lo resumió así: “Todos nos encontramos en un clima de desafío. Sigamos esperando que la vida religiosa siga siendo algo que atraiga a la gente precisamente por nuestra forma de trabajar”.
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A pesar de los obstáculos, la hermana Theodosia Baki, de Camerún, subrayó que “incluso nuestra simple presencia es un testimonio valioso que la gente necesita”, una afirmación que resonó con fuerza entre las asistentes.
Con más de 650.000 religiosas en todo el mundo, el papel de las mujeres en la Iglesia —aunque aún sin acceso al sacerdocio— sigue siendo fundamental. Para Barron, el momento es propicio para “atreverse a soñar un futuro que refleje el amor ilimitado de Dios”, incluso si ese futuro aún no concede a las mujeres un voto en la elección del Papa.