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Mark Sevillano Jr., de 40 años, reveló que fue diagnosticado con cáncer de esófago en etapa dos, sin embargo, el médico que lo atendió inicialmente pasó por alto un síntoma que fue determinante más adelante. Esta enfermedad puede desarrollarse por diversos factores como el consumo de alcohol, fumar, edad avanzada y acidez estomacal, se asegura en el Instituto Nacional del Cáncer (NIH).
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El cáncer de esófago es una enfermedad caracterizada por el crecimiento descontrolado de células en el esófago, un tubo largo y hueco que conecta la garganta con el estómago. Su función es trasladar los alimentos desde la parte posterior de la garganta hasta el estómago para su digestión, agrega Mayo Clinic. En la mayoría de los casos, se origina en las células que recubren la parte interna del esófago, aunque puede presentarse en cualquier zona de este órgano.
Mark Sevillano Jr. Reveló cómo descubrió que tenía cáncer de esófago
De acuerdo con lo contado por Mark a Today.com, a principios del 2024 inició a entrenar en el gimnasio tres veces a la semana, al igual que mejorar su alimentación, no obstante, también reconoció una incomodidad a la hora de comer. “Sentía que se me iba a atascar en la garganta”, aseveró. Esta molestia no solo estaba relacionada con la comida sólida, sino también con los líquidos. Tras dos meses de estos síntomas, acudió al médico, pero el profesional de salud le aseguró que no era nada grave. A pesar de ello, él solicitó un examen de deglución y el doctor aceptó a pesar de no estar de acuerdo.
Sevillano recordó que, en el 2011, se divorció tras 11 años de matrimonio. Al mismo tiempo que sucedió esto, estaba en la universidad estudiando docencia. Una vez finalizó sus estudios en 2024 y con tiempo libre, empezó a ir al gimnasio. "Estaba perdiendo un poco de peso, pero creía que era por mi nuevo estilo de vida", recordó, pero su perdida de peso en realidad no se debía al ejercicio y la buena alimentación.
Sevillano comenzó a presentar problemas para tragar, que al principio lograba manejar bebiendo abundante agua, pero que con el paso de los meses empeoraron hasta el punto de no poder ingerir ni siquiera líquidos. En sus propias palabras, sentía que la garganta estaba obstruida, como un desagüe tapado. Aunque sus padres insistieron en que consultara al médico, su caso fue inicialmente minimizado por su juventud y la ausencia de antecedentes familiares de cáncer. Pese a esto, solicitó una prueba de deglución, pero la cita fue programada para meses después.
La situación se agravó rápidamente y terminó en urgencias, donde una tomografía reveló una masa en la parte inferior del esófago. Antes de poder completar la biopsia definitiva, desarrolló una grave sepsis que puso en riesgo su vida, provocándole fiebre, escalofríos y un colapso general del organismo. Los médicos lograron estabilizarlo con antibióticos y cuidados intensivos. Una vez recuperado, en junio de 2024 se confirmó el diagnóstico: cáncer de esófago en etapa 2.
El tratamiento para el cáncer de esófago
El plan de tratamiento incluyó cuatro rondas de quimioterapia para reducir el tumor, seguidas de una cirugía en octubre en la que se le extirparon 15 centímetros del esófago —que en promedio mide 25 centímetros— junto con el tumor, del tamaño de una fresa. Los cirujanos reconstruyeron el conducto utilizando parte del intestino grueso y lo conectaron al segmento restante del esófago. Aunque los médicos recomendaron tres rondas adicionales de quimioterapia, Sevillano decidió no continuarlas por el desgaste físico, mental y emocional que ya había experimentado. Desde la cirugía, no se han detectado signos de la enfermedad y celebró su control de seis meses libre de cáncer con un viaje a la playa.
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Su caso forma parte de una tendencia creciente en la que los cánceres gastrointestinales —como el colorrectal, de estómago, de páncreas y de esófago— están aumentando en adultos menores de 50 años. Estos tipos suelen diagnosticarse en etapas más avanzadas debido a que no cuentan con pruebas de cribado específicas y a que muchos médicos no consideran el cáncer como una posibilidad en pacientes jóvenes con síntomas inespecíficos. Entre las causas probables se encuentran el sedentarismo, la obesidad, el tabaquismo, el consumo de alcohol, una dieta poco saludable y factores genéticos, como el síndrome de Lynch.
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En la actualidad, Sevillano enfrenta el reto de recuperar peso y fuerza, ya que pasó de 88 kg a 62 kg. Para facilitar su alimentación, sigue una dieta de pequeñas porciones distribuidas a lo largo del día, lo que reduce la carga sobre su sistema digestivo. Los médicos le han advertido que la recuperación total podría tomar varios años.
A pesar de todo lo vivido, mantiene una visión optimista y un espíritu resiliente. Invita a otras personas a no ignorar señales de alerta, a defender su salud y a buscar segundas opiniones si sus síntomas no son tomados en serio. “Mi corazón ha pasado por mucho, pero sigo amando la vida”, afirma. “Quiero ser un ejemplo de que, incluso en las circunstancias más duras, el espíritu humano puede mantenerse intacto”.
