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Huertas caseras transforman la vida de mujeres cabeza de hogar en Cerro de San Antonio, Magdalena

El programa busca combatir la inseguridad alimentaria y el desempleo, que afectan especialmente a las mujeres.

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Actualizado:
Miércoles, Julio 23, 2025 - 12:30
Huerta
27 mujeres cabeza de hogar siembran futuro en huertas caseras del Río Magdalena, apostando por la seguridad alimentaria y la autosostenibilidad. Con esfuerzo y paciencia, cosechan dignidad y cambian vidas.
Cortesía: Alcaldía de Cerro de San Antonio, Magdalena

En una tierra bañada por el río Magdalena y marcada por la lucha diaria de sus habitantes, 27 mujeres cabeza de hogar han sembrado mucho más que hortalizas en los patios de sus casas: han sembrado futuro. Con la fuerza del trabajo colectivo y el anhelo de independencia económica, estas mujeres se han convertido en pioneras del programa de huertas caseras en la subregión Río, apostando por la seguridad alimentaria y la autosostenibilidad de sus familias.

El proyecto, que nació como una tímida iniciativa liderada por la administración municipal y respaldada por el Sena, hoy es una realidad productiva que cambia vidas y cosecha dignidad. Las mujeres, en medio de sus tareas cotidianas, aprendieron a preparar la tierra, sembrar semillas y cultivar tomates, berenjenas, cilantro, pepinos y otros alimentos frescos que hoy nutren sus hogares.

“Al principio no sabíamos ni cómo empezar. Pero cada semilla sembrada fue una lección de paciencia, fe y esfuerzo”, dice Lourdes Muñoz, una de las participantes. “Hoy no solo tenemos nuestras matas creciendo, también tenemos la satisfacción de saber que esto lo logramos nosotras mismas, con nuestras manos”.

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Niteeta Freyle, otra beneficiaria, ve en su pequeña parcela una puerta abierta a nuevas posibilidades. “Sembré tomate, berenjena, cilantro… Tuvimos la experiencia de labrar la tierra y ver cómo todo comienza a florecer. Aún no hemos cosechado del todo, pero sabemos que el fruto llegará. Esto es un privilegio, algo que nunca habíamos tenido como mujeres del Cerro”, afirma.

Más allá de los alimentos, las huertas se han convertido en espacios de encuentro, solidaridad y aprendizaje. “Fue una experiencia hermosa”, relata María Josefa Vega Rodríguez. “Muchas no sabían nada de siembra, y hoy no solo han aprendido, también han hecho amistades y están motivadas a seguir. Ya tengo tomate en mi matica, y aunque sea poquito lo que recojamos, lo podemos vender. Esa es la satisfacción: saber que podemos ayudar, compartir, y que todo nace de la tierra que Dios nos dio”.

El impacto va más allá de lo alimentario. Para muchas, este es apenas el comienzo de un sueño mayor. Ya se escuchan planes para criar gallinas, producir huevos y expandir los cultivos a mayor escala.

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Por su parte, la alcaldesa de Cerro de San Antonio, Mirith Lafaurie, detalló que el proceso abarcó otros aspectos para que el programa alcance los mayores beneficios. "Trabajamos también en nutrición para que ellas aprendieran a través de estos productos a garantizar la alimentación de sus casas, cómo manipularlos, cómo sacar su mejor provecho y también se trabajó con ellas toda una parte emocional para que estos procesos no sean solamente de capacitación, sino que sean integrales para el crecimiento de la mujer de manera integral", expresó la alcaldesa.

En un país donde las cifras de inseguridad alimentaria y desempleo golpean con más fuerza a las mujeres jefas de hogar, estas historias en voz propia son también una lección: que la tierra sigue siendo generosa cuando se trabaja con dignidad y esperanza.

Fuente:
Sistema Integrado de Información