Abu Dhabi, un paraíso en una mezquita
Si alguna vez ha pensado visitar Emiratos Árabes Unidos definitivamente tiene que ir a Abu Dhabi, su capital.
Desde la llegada al aeropuerto hasta su salida hacia Dubái, la ciudad demuestra la riqueza de su país.
Abu Dhabi se abre paso cada día más hacia la modernidad, incluso hacia el futuro, sin embargo, respetando la tradición, su cultura y sus creencias.
Por ejemplo, una de las visitas obligadas, además porque es gratis, es la Gran Mezquita (no importa si se es católico, cristiano o ateo), la cual es la tercera más grande del mundo y la primera de Emiratos Árabes Unidos.
Esta joya arquitectónica de 20 mil metros cuadrados, que tiene 4 cúpulas y 4 columnas en el exterior fue construida por el primer presidente de Emiratos Árabes, Sheikh Zayed bin Sultan Al Nahyan, y abierta en 2007.
La entrada a la Mezquita debe ser sin zapatos, los cuales se pueden dejar en los stands que se tienen justo al frente de la entrada principal.
Las mujeres tienen que ir con el cabello cubierto, para eso se pueden comprar una burka, la cual es una especia de pañoleta que utilizan las musulmanas.
Ya adentro las más de 10 lámparas decoran el lugar con sus amatistas, ónix y miles de joyas preciosas, que además están bañadas en oro. Miden más de 10 metros y pesan más de 10 toneladas.
El recorrido hay que hacerse en completo silencio, respetando a las personas que están orando sobre un hermoso tapete de mil colores, pero predominantemente verde.
Las columnas del interior son blancas, hechas de mármol y con diseños de hojas, como si recubrieran un enorme árbol.
Después de maravillarse con el interior de la Mezquita, en donde se nota el lujo de las lámparas, el tapete y las columnas, la parte exterior no se queda atrás.
Son más de 200 metros cuadrados (perfectamente caben dos canchas de fútbol) diseñados con una baldosa blanca y en todo el centro se observan en el piso unas enormes flores de colores café y verde.
En los extremos hay unos arcos en las paredes que alumbran amarillo y azul, dejan ver el cielo y hacen que el visitante se sienta como en una película animada de Disney.
Es por esto que es mucho más recomendable visitar la Mezquita cuando está cayendo la tarde, porque da la perfecta imagen para sacarse una foto, en la cual combinan todos los colores.
Antes de terminar el recorrido hay que atravesar un pequeño salón con columnas blancas, con diseños de las mismas hojas, pero su parte más alta está bañada en oro, para encontrarse con unas pequeñas piscinas que despiden a los visitantes, seguramente asombrados por esta maravilla arquitectónica.
Con información de Juan Fernando Barona