El fallecimiento de Brigitte Bardot, ocurrido el 28 de diciembre a los 91 años, volvió a poner en el centro de la conversación pública un aspecto de su vida que ella misma expuso sin reservas: su rechazo a la maternidad. Tras conocerse la noticia de su muerte, circularon nuevamente frases dichas por la actriz sobre su embarazo y su hijo, lo que generó preguntas y reacciones alrededor de una historia personal marcada por declaraciones directas y decisiones judiciales.
Bardot, figura central del cine francés y referente cultural de los años cincuenta y sesenta, dejó un testimonio escrito de su experiencia como madre en su autobiografía Initiales B.B., publicada en 1996. Allí relató, con palabras que ella misma eligió, cómo vivió el embarazo de su único hijo y por qué nunca se sintió identificada con la idea de ser madre.
A la actriz le sobrevive su hijo Nicolas-Jacques Charrier, nacido en 1960, fruto de su matrimonio con el actor francés Jacques Charrier. Ese vínculo, atravesado por la distancia y por declaraciones públicas, se convirtió con los años en uno de los episodios más comentados de su vida privada.
Un hijo que creció lejos de ella
Tras el divorcio de Bardot y Jacques Charrier en 1963, un tribunal otorgó la custodia del niño a su padre. De acuerdo con lo relatado en distintos momentos, Nicolas-Jacques creció bajo el cuidado de sus abuelos paternos, lejos del foco mediático que siempre rodeó a su madre. Esa decisión marcó la relación desde la infancia y definió una convivencia prácticamente inexistente durante años.

Las palabras sobre su embarazo
En Initiales B.B., Brigitte Bardot dejó frases que con el tiempo se volvieron ampliamente citadas. “Miraba mi vientre plano y esbelto en el espejo como a una querida amiga a quien estaba a punto de cerrarle la tapa de un ataúd”, escribió al referirse a los cambios físicos del embarazo. En el mismo texto, se refirió al feto como “un tumor” y lo llamó “el objeto de mi desgracia”, expresiones que ella mantuvo como parte de su relato personal.
Estas afirmaciones provocaron una reacción inmediata en su entorno familiar. En 1997, Jacques Charrier y su hijo presentaron una demanda contra la actriz por invasión a la privacidad, con el objetivo de frenar la publicación de las memorias.
La respuesta del padre y la promesa pública
Ese mismo año, Charrier publicó su propio libro y aseguró que Bardot sí había querido a su hijo. “La realidad de su amor por Nicolas, confirmada por las cartas que conservé, la acredita mucho más que los horrores que escribió”, dijo en una entrevista citada por The Telegraph. Años después, la actriz explicó que había hecho una promesa: “Le prometí a Nicolas que nunca hablaría de él en mis entrevistas”.

Acercamientos tardíos y una familia distante
Con el paso del tiempo hubo contactos esporádicos. En 2018, Bardot contó que hablaba con su hijo y que él la visitaba una vez al año en La Madrague, en Saint-Tropez. Nicolas-Jacques, casado con la modelo Anne-Line Bjerkan, tuvo dos hijas y convirtió a la actriz en bisabuela. “Sí, soy bisabuela de tres niños noruegos que no hablan francés y a quienes veo rara vez”, afirmó en 2024.
La mirada psicológica tras las declaraciones
En el programa Habla con Ella de La FM, el psicólogo clínico Enrique Hurtado explicó que “una cosa es lo biológico y otra lo psicológico”. Señaló que expresar lo que se siente permite comprender sin juzgar, aunque advirtió que escuchar rechazo materno puede ser devastador para un hijo. Según el especialista, la verdad puede ser liberadora y abrir procesos de aceptación y resiliencia.