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La innovación como motor necesario para la sostenibilidad ambiental de los plásticos

Imagine la dimensión del reto que significa recolectar cada año en el mundo casi 400 millones de toneladas de residuos plásticos de billones de hogares.

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Lunes, Mayo 5, 2025 - 16:31
Residuos plásticos
Afidro

Imagine por un momento querido lector, la dimensión del reto que significa recolectar cada año en el mundo casi 400 millones de toneladas de residuos plásticos de billones de hogares ubicados incluso en las zonas más apartadas del planeta, trasladarlos a centros de acopio y tratamiento municipales o rurales, luego llevarlos a plantas de reciclaje para su transformación, y finalmente convertir ese inmenso volumen de residuos en nuevos materiales plásticos para ser transformados en bienes de todo tipo que sean, no solo técnica sino también económicamente competitivos. 

Pareciera difícil ese sueño, en el que se elimina la contaminación plástica y se aprovecha al máximo este valioso material, al tiempo que se protege el medio ambiente y se acompaña la lucha contra el cambio climático. Pues bien, claro que lo es y para lograrlo y hacerse parte de las estrategias de economía circular y de sostenibilidad en la industria del plástico, se requiere infraestructura, logística, regulación, cultura ciudadana, voluntad política, y un elemento que es, sin lugar a duda, el de mayor importancia en esta transición, como es el de la innovación, soportada por la investigación científica y la adopción tecnológica. 

Los beneficios que ofrece la innovación son sin duda cruciales para promover la circularidad del plástico en todos los eslabones de la cadena y así acompañar el cumplimiento de las metas de desarrollo sostenible. Se requiere, por un lado, innovación en los procesos productivos de las empresas del plástico, de modo que el sector reduzca su huella de carbono y mejore su eficiencia energética. Para esto, la adopción de modelos de industria 4.0 empieza a ser una realidad. Se requiere también innovación para desarrollar los productos plásticos a partir del ecodiseño, es decir, que sean más fáciles de reciclar y que estén, en lo posible, fabricados con materiales reciclados. Se requiere asimismo innovación en los equipos y procesos para pasar de la selección manual a la clasificación automatizada o sensorial de los desechos y desperdicios, con sistemas de trazabilidad, machine learning e internet de las cosas, para que así los diferentes tipos de residuos, no solo plásticos, ingresen de manera ágil a sus respectivas corrientes de aprovechamiento. Y se requiere innovación para que, una vez los residuos plásticos lleguen a las plantas de reciclaje, en estas se fabriquen materiales que sean técnica y económicamente competitivos. Para lograrlo, será necesario, por ejemplo, en el caso del reciclaje mecánico, abordar retos como la separación de capas, materiales y colores, y consolidar procesos de limpieza para alcanzar materiales grado alimento, y en el caso del reciclaje químico o avanzado, garantizar que los proyectos tengan economías de escala y competitividad en costos. 

Cuando se analiza el desafío ambiental del plástico en su dimensión global, es normal sentir frustración. Por esto es importante abarcarlo desde lo local, pero con una perspectiva global, en particular en lo que tiene que ver con las nuevas tecnologías y la innovación. En este frente, Colombia tiene la ventaja de contar con el Instituto de Capacitación e Investigación del Plástico y del Caucho (ICIPC), que fue fundado hace más de 30 años por Acoplásticos, Eafit y un grupo de industriales, y que es, en la actualidad, uno de los muy pocos centros de investigación aplicada industrial que existen en Colombia. 

El ICIPC desarrolla sellos ambientales, pruebas de laboratorio, programas de formación y capacitación especializados, consultoría, asesoría en innovación y tecnología, e investigación aplicada. Cuenta con múltiples reconocimientos nacionales e internacionales, y alrededor de 20 patentes que han sido registradas. El ICIPC recibe sus ingresos de estos servicios, los cuales están dirigidos principalmente a las empresas fabricantes y convertidoras del plástico en Colombia, aunque también exporta sus servicios a otros países, en particular de América Latina. 

Es una organización autosostenible, es decir, no cuenta con una fuente de financiación fija de recursos públicos, como ocurre con centros similares de países como Alemania. El ICIPC ha tenido alianzas con otros centros reconocidos en el mundo, la más reciente de estas con el Instituto Frauhofer para el desarrollo de proyectos de internet de las cosas en la industria plástica. También adelanta convenios con empresas de maquinaria de plástico líderes en el mundo en los que la empresa proveedora dispone de equipos al ICIPC para el desarrollo de pruebas de laboratorio o capacitación in situ. Este es un centro que ha priorizado apoyar la transición de la industria plástica colombiana hacia la sostenibilidad y los modelos de industria 4.0. 

En un futuro tal vez no muy lejano, el concepto de enterrar material valioso como son los residuos plásticos en un relleno sanitario o botadero, o, pero aun, disponer de ellos en el ambiente, será un sinsentido comparable con tirar dinero por la ventana. Qué tan rápido lleguemos a ese estado dependerá sin duda de la ciencia, la tecnología y la innovación. Entre más rápido entendamos esto en Colombia, más rápido solucionaremos no solo este, sino muchos otros desafíos que enfrentamos como sociedad. Este centro de capacitación e investigación, es sin duda la muestra de cómo el empresariado colombiano, y el sector de los plásticos en particular tiene una agenda por la sostenibilidad social y ambiental del país, apoyado en la innovación para la cual la protección de los derechos de propiedad intelectual es fundamental. Sin la garantía de la estabilidad jurídica que ello conlleva, no se tendrían las misma posibilidades de acceder a recursos para financiar la investigación, el desarrollo y la formación de capacidades que se requieren en un sector que se está transformando, en beneficio de la sociedad.

Escrito Por: Daniel Mitchel, Presidente de Acoplásticos