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El movimiento #MeToo desde el escenario de un club de striptease

Desnuda y desde el escenario de un club de striptease también se puede combatir el acoso sexual y contribuir al movimiento #Metoo, asegura la activista y stripper Viva Las Vegas, sobre la que este jueves se preestrenó el documental "Thank you for supporting the arts" (Gracias por apoyar el arte).

Actualizado:
Viernes, Mayo 4, 2018 - 12:12
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AFP / Referencia

"Las bailarinas representamos a la mujer que se siente segura", dice esta escritora, músico, víctima de un cáncer de mama, madre e hija rebelde de un pastor luterano en entrevista con Efe en Portland (Oregón).

En una ciudad con el mayor número de clubes de striptease per capita del país, esta bailarina del conocido local "Mary's" asegura no haberse sentido acosada o manipulada como stripper.

"Me sentí acosada sexualmente y manipulada en mi trabajo cuando ejercía como periodista, en mis años como estudiante universitaria, e incluso trabajando como camarera. No me he sentido acosada ni manipulada en mi carrera como stripper", explica.
Autora de dos libros y artículos en publicaciones como Portland Monthly y The New York Times, destaca la importancia de la independencia financiera como arma para defenderse de posibles ataques, aunque las trabajadoras sexuales siguen siendo objeto de crítica, incluso en boca de feministas.

"Todo lo relacionado con las mujeres y el sexo conlleva a que las mujeres sean poderosas: gestación, nacimiento, atracción, hacer el amor, dinero", dice Liv Osthus, su nombre real, sobre un aspecto este último que cree está detrás de su mala imagen.

"El trabajo sexual es una profesión en la que las mujeres ganan más dinero que los hombres y creo firmemente que por eso está criminalizada", asegura.

Viva Las Vegas dice que en su trabajo es "importante" sentirse segura al rechazar a quien se sobrepase y que el mayor riesgo está fuera del club, lejos de los clientes, como los prejuicios que les dificulta el conseguir un alquiler de una vivienda o el poder cambiar de profesión.

Dirigido por Alexander Jones y Carolann Stoney, "Thank you for supporting the Arts" es un documental sobre ella, sobre la liberación de la mujer y de la lucha universal para definir la propia individualidad.

Stoney explica a Efe que "el movimiento #Metoo en EE.UU. gira en torno a víctimas, lo que ha afectado mucho al punto de vista del desnudo femenino sin victimizarlo. Liv Osthus no es la típica stripper; es una intelectual, más bien una heroína con una actitud maravillosa".

"Este documental no tiene nada que ver con el victimismo, se trata más bien de poder mirar a tu cuerpo como una obra de arte", asegura.
Y Viva Las Vegas cree firmemente que lo que ella hace sobre el escenario es arte, pero también mucho más, dar fuerza a las mujeres a través de su cuerpo.

Osthus comenzó a bailar por razones intelectuales: "Estudié Antropología en la Universidad Williams, y pensé que la forma en que se consideraba a las trabajadoras sexuales no era muy exhaustiva".

Leyó sobre sexo y se dio cuenta de que el trabajo sexual no es inherentemente malo o lleva implícito "violencia contra las mujeres".

"Hasta hace poco las mujeres éramos consideradas demasiado frágiles para votar. Tratamos a las trabajadoras sexuales como ciudadanos de segunda clase, algo muy anti-feminista", apunta.

Como hija de un predicador de Minesota, Viva Las Vegas ve el escenario como su púlpito. "Me encanta predicar", dice en un tono confiado y sensual. Afirma que creció en un entorno muy liberal, aunque sus padres nunca han aceptado su profesión.

La bailarina, que habla con fluidez alemán y francés y tiene un conocimiento práctico del suajili, dice conocer bien lo que implica dar amor, comprensión y orientación a una comunidad.

"Los clubs de strippers son únicos en el sentido de que acogemos y alentamos la mirada masculina", opina sobre un papel que cree importante en la sociedad.

Osthus defiende enérgicamente que ser stripper no confronta con el movimiento #Metoo que sacude desde hace un año la sociedad estadounidense con escándalos de acoso sexual.

"El movimiento #Metoo trata principalmente de escuchar a las mujeres, y debo decir que muchas de ellas no quieren escuchar a las trabajadoras sexuales y sus historias. Es completamente inaceptable. Esto no ha cambiado en absoluto en los 22 años que llevo de profesión", lamenta la artista, de 42 años.

Con información de EFE