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En Sibaté cuesta respirar a causa del asbesto

Ana Niño y su familia dicen ser víctimas del asbesto; por eso demandaron al Estado colombiano ante la CIDH. 

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Lunes, Junio 13, 2016 - 16:29

Los reclamantes argumentan ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que hay omisión por parte del Gobierno colombiano para prohibir la sustancia que al parecer causa cáncer de mesotelioma y está prohibida en más de 100 países. 


 


En Colombia, el pasado 8 de junio, el Congreso de la República hundió el proyecto de ley que pretendía prohibir la producción y comercialización de este mineral. Sin embargo, desde marzo de 2015 el abogado Camilo Araque radicó ante el ente internacional la demanda en la que expone el caso de su apoderada. 


 


El viacrucis de Ana Niño 


 


No han pasado ni las primeras cinco horas del día, pero Ana Niño siente que no puede más. Quizá es la décima vez que visita ese rincón de su casa, el cuarto de baño en el que no sólo devuelve cada bocado de comida, sino que también llegan a su mente los recuerdos de la niñez en Sibaté, donde creció junto a la fábrica Eternit que le marcó la vida.


 


En ese instante llega Daniel Pineda, el hombre con quien decidió casarse hace un par de años, para  ayudarla ahora que no puede controlar su cuerpo. La carga en sus brazos, mientras Ana le dice una y otra vez: "déjame, déjame, ya no te sirvo ni como mujer, vete a otro lugar, esto no lo mereces". 


 


El día anterior Ana estuvo en la quimioterapia número 15, el cáncer de mesotelioma le destruyó el pulmón izquierdo, según varios especialistas porque durante años respiró uno de los principales componentes de las tejas, el asbesto, al igual que cientos de personas que crecieron en ese municipio ubicado a 27 kilómetros al sur de Bogotá. 


 


En el último Plan de Ordenamiento Territorial de Sibaté se registran las enfermedades respiratorias agudas y los espasmos musculares (dolores de espalda y pecho) como las primeras seis causas de morbilidad en personas entre los 45 y 59 años de edad. 


 


Mientras se habla de la importancia de que el crecimiento de la industria sea acorde a la necesidad del ser humano de vivir en un espacio libre de contaminación, muchos de los que han vivido en Sibaté las últimas tres décadas están sufriendo de cáncer a causa del asbesto, uno de los componentes con los que se fabrican tejas, tanques de agua, tuberías, entre otros elementos; a pesar de las alarmas de los científicos, esta situación se debe a que las empresas prefieren ser rentables.  Salud a cambio de empleo o "calidad de vida". 


 


Ana pasó los primeros 17 años de su vida en el barrio Pablo Neruda de Sibaté, un sector de invasión que está ubicado junto a la laguna del Muña, la misma que se muestra imponente con el fétido olor que perciben quienes de Soacha se dirigen a Fusagasugá, Cundinamarca. 


 


Aún recuerda cuando llegaban los camiones de Eternit cargados de escombros para donarlos a las familias que tenían ranchos en madera, tela y plástico. Para esa época no había acueducto y con tubos fabricados en asbesto se solucionó el problema, los recortes de tejas no sólo servían para el techo de las viviendas sino que además con eso se rellenaba el piso.


 


Ella recuerda las jornadas de aseo con sus hermanos, mientras barrían salía un polvo blanco que a veces también caía del techo y lo confundían  con nieve que los distraía en los quehaceres. Hoy sabe que era fibra de asbesto con lo que jugaba. 


  


El asbesto es una mezcla de minerales que se agrupan en fibras y tienen la particularidad de separarse en delgados hilos resistentes al calor y a diferentes sustancias químicas. No funciona como conductor de electricidad, por lo cual resulta ser un material atractivo para los industriales, sin contar que es mucho más económico que otros elementos similares a este. 


 


La polémica fibra está compuesta por silicio y oxígeno y se divide en dos grupos, los anfíboles  y los crisotilos, estos materiales han sido centro de debate mundial desde el siglo XX. En 1991 el Banco Mundial definió como política el no financiar la fabricación de productos que contengan asbesto. La sustancia está prohibida por el Convenio de Róterdam, el cual está firmado por más de cien países, que protagonizaron discusiones fuertes sobre el tema, pues era necesario poner en la balanza los favores comerciales y financieros con los ambientales y sanitarios. 


 


Países como Estados Unidos, España, Argentina, Brasil, Australia, Francia, Holanda, Suiza, Portugal, Chile, entre otros, llevan décadas sin utilizar el asbesto y el Gobierno colombiano solo en 2011 mediante la resolución 007 del Ministerio de Salud reguló el uso del asbesto crisotilo para evitar complicaciones de enfermedades laborales, pero para el científico de la facultad de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de los Andes, Juan Pablo Ramos, quien ha adelantado investigaciones relacionadas con las afectaciones de la sustancia,  eso no es suficiente. 


 


Ramos señala que la resolución se queda corta en su alcance para poder proteger a las personas adecuadamente frente a todos los riesgos que representa, pues tras varios estudios que ha realizado con apoyo científico internacional, el asbesto causa una enfermedad llamada asbestosis, la cual ocasiona cáncer en el pulmón, la laringe y los ovarios. Es el promotor específicamente de un cáncer que afecta la capa que recubre el pulmón llamada pleura, la cual genera el cáncer de mesotelioma, el mismo que tiene a Ana Niño en los brazos de su esposo pidiendo que no luche más. 


  


Daniel sólo le sonríe y sellando su compromiso con un beso le asegura - "así estés bajita de peso y te vea débil y delicada, sigues siendo la mujer más hermosa que he conocido. ¡Me encantas!, eres mi motor y el de Sofi". 


 


Sofía Pineda Niño tiene tres años de edad, y sus padres se aseguran de mostrarle la realidad de las cosas, comparten al máximo con ella pero le dicen que algún día la mamá no volverá. El tiempo que estará sin ella será más largo que ese 2 de septiembre de 2014. Ese día después de fuertes dolores de espalda y de ser diagnosticada con espasmos musculares durante  más de ocho meses asfixiándose con cada paso que daba Ana logró por fin que los médicos la dejaran internada en el quinto piso del Hospital de Méredi. Luego de ocho días detectaron que el problema iba más allá, pues había sufrido un derrame pleural y ya no tenía pulmón, este se había llenado de agua y luego desapareció. 


 


El 10 de septiembre, cuando le habían dado de alta a su esposa,  Daniel leyó, una vez le entregaron los documentos de salida, que el diagnóstico era mesotelioma. Nadie le explicó nada. Por eso prefirió investigar por su cuenta de qué se trataba y encontró en un estudio de la Universidad de Duke, Universidad de Mississippi y la Universidad Médica de Carolina del Sur, en Estados Unidos  que el doctor Harvey Pass, un reconocido cirujano torácico,  había identificado que un análisis de sangre permitía detectar que las personas que padecían esta patología tenían antecedentes con la exposición del asbesto, algo que hasta el momento ni Ana ni Daniel lograban descifrar. 


 


Una semana después, el cirujano torácico, Julio César Granada, quien es médico oncólogo especialista en vías respiratorias y lideró en la Fundación Santa Fe el primer trasplante doble de pulmones en Bogotá, recibió a Ana en su consultorio y la primera conversación que sostuvieron fue para ella extraña. 


 


- ¿En qué otras ciudades ha vivido? 


 


- Crecí en Sibaté, mi mamá era de escasos recursos y vivíamos en un rancho en el Pablo Neruda, uno de esos barrios de invasión. 


 


El consultorio por segundos estuvo en silencio, y de un momento a otro la respuesta de Granada fue que el tipo de cáncer que ella tiene no es genético, es decir, no es hereditario sino que lo adquieren aquellas personas que viven o trabajan cerca de fábricas de tejas o minas de asbesto y que tarda en desarrollarse entre 10 y 15 años. 


 


Granada vivió en Sibaté y un familiar lejano también tiene la misma enfermedad. Sabe lo agresiva que es, médicamente se ha determinado que puede llevar a la muerte al paciente en un par de años. Las personas empiezan a fatigarse con tan sólo caminar dos cuadras, sienten espasmos musculares y tos continua. Luego se presenta un derrame de pleura, y el proceso comienza a complicarse, explica el doctor desde su escritorio. 


 


En Sibaté, la mortalidad por cáncer en vías respiratorias ha aumentado en un 40% durante los últimos 5 años. Los  datos los ha recopilado el especialista debido a que hace brigadas de salud en dicho sector tratando de diagnosticar a tiempo, con consultas gratuitas. Advierte que en el municipio hay un subregistro pues, en las causas de muertes de muchos, los médicos prefieren declarar que el deceso se dio tras fuertes espasmos musculares, afectaciones respiratorias o cáncer de pulmón, pero no lo clasifican en asbestosis o cáncer de mesotelioma, lo cual esconde la realidad que afronta Sibaté. 


  


Hoy en la orilla de la carretera que conduce a Sibaté aún se encuentran escombros de tejas y tubos que se desechan de la fábrica Eternit, cuenta don Jorge Santa Cruz quien vive en el barrio García. Dice que en el año 1986 montaron el alcantarillado provisional con tubos que reciclaban y también señala que, si bien esta empresa es una de las que más genera empleo en el sector, también ha cambiado el estilo de vida. Dice que ha visto morir de cáncer en un mismo mes a dos hermanos que trabajaban allí. 


 


Héctor Saavedra era el esposo de Alfa Mery Becerra, quien perdió uno de sus pulmones, duró en tratamiento contra el cáncer  tres años y finalmente murió. Otros habitantes del municipio dicen sentir miedo, porque incluso ahora quien pretenda abrir un hueco en el suelo de sus casas se va a encontrar que las bases están hechas de este material tan cuestionado. 


 


Una vez Ana escuchó tantas historias del lugar donde creció y que eran tan parecidas a las de ella, decidió viajar, fue a buscar a la señora que la cuidaba de niña y se encontró con la noticia de que la hija de la nana había muerto hacía un par de años a causa de un cáncer de pulmón. El diagnostico: “cáncer de mesotelioma”. Hace unos meses, Ana recibió una llamada en la que le contaban que un amigo que tenía de la juventud falleció por la misma causa. 


 


Cuando Ana tiene una recaída como la de aquella mañana, en la que las quimioterapias quieren ocupar su espacio, se compromete a que va a luchar mientras pueda para que la industria priorice el bienestar del ser humano antes que el interés económico. Pero se ha encontrado con que los empresarios argumentan que  desde hace tres décadas en Colombia no se utilizan los asbestos anfíboles sino el crisotilo, que, según ellos no genera afectaciones. El toxicólogo de la Universidad de Antioquia, Hugo Gallego, manifiesta lo contrario. 


 


Gallego indica que cualquiera de los asbestos  pueden romper los glóbulos rojos y eso hace que se presenten unos compuestos de asbesto con el hierro que empiezan a dañar las membranas de las células y no se sabe si es el asbesto o la mezcla de los metales, ya que esto tiene manganesio, berilio, canio, cromo,  hierro, escanio, entre otros químicos que pueden afectar al organismo. 


 


La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha advertido sobre el riesgo del uso de esta sustancia,  atribuyéndole varias muertes, informando que la carga de las enfermedades relacionadas con el asbesto sigue aumentando. Según un estimado global entregado por la OMS, se calcula que al año pierden la vida no menos de noventa mil personas a causa de cáncer de pulmón, mesotelioma y asbestosis  tras  la exposición al asbesto por motivos profesionales. 


 


Fueron siete los senadores de la comisión séptima los que votaron en contra del proyecto que prohíbe la comercialización y utilización del asbesto en Colombia: Álvaro Uribe, Edison Delgado, Antonio Correa, Carlos Enrique Soto, Honorio Henrquez, Mauricio Delgado y Sofía Gaviria. 


 


Ana no pudo estar en el debate, tenía una crisis respiratoria, una gripa es de extremo cuidado para ella. Pero sigue luchando no sólo por respirar sino también porque el día que le falte el aire pueda  estar confiada de que la ley, así sea en instancias internacionales, muestra  interés en la realidad que afrontan muchos colombianos. Aquellos que durante años trabajaron con el asbesto, vivieron de él, pero  que una década después  el material empieza a cobrar factura. Daniel todavía la carga en sus brazos y la hace suspirar. 

Fuente:
Sistema Integrado Digital